Hasta la fecha, el Museo del Prado no contaba con ninguna pintura de Pieter van Kempeneer, pintor nacido en Bruselas que se documenta en Sevilla desde 1537, después de pasar un tiempo en Italia (Bolonia, Venecia y Roma). La actividad de Kempeneer o Pedro de Campaña en nuestro país se prolongó hasta 1563, fecha en que regresó a su ciudad natal. Su producción se caracteriza por un buen número de retablos y obras de carácter devocional, algunas de pequeñas dimensiones, en las que se mostró como un excelente dibujante, con un original sentido narrativo, resultado de su profundo conocimiento de la pintura flamenca, pero también de algunos de los protagonistas del primer manierismo romano, como Perin del Vaga y Polidoro de Caravaggio. En las composiciones más complejas, como esta que nos ocupa, Campaña ideó los grupos a modo de un friso en los que la disposición de las figuras, muchas de ellas con las cabezas elevadas y las manos en retórica gesticulación, se convirtieron en expresivas fórmulas que repitió en gran parte de sus obras.
La subida al Calvario se realizó hacia 1547 para formar parte de un retablo privado en la iglesia del convento de Santa María de Gracia de Sevilla. La tabla central del conjunto -El Descendimiento- se conserva en el Musée Fabre de Montpellier, y otro tondo más con el tema de La Resurrección se halla en la colección Várez Fisa. La temática de las tres obras conformó un elenco iconográfico apropiado para una capilla funeraria del siglo XVI y, de hecho, el encargo del retablo se debió a Elvira de la Barrera, viuda del jurado de Sevilla Luis Fernández, a quien se dedicó el conjunto.
Los dos tondos, o "redondos", eran citados en junio de 1547 como pendientes de realización, dato que documenta la fecha del conjunto.
De la producción de Campaña son escasas las obras concebidas en formato circular, por otro lado no muy frecuente en el ámbito español. El Calvario que corona el Retablo de la Purificación de la Catedral de Sevilla (1555) está realizado también sobre un tondo de madera, y también lo son las representaciones de San Pedro y San Pablo del Retablo de San Nicolás en la Catedral de Córdoba (1556).
El Calvario y El Descendimiento fueron dos de los temas más representados en la producción de Pedro de Campaña. La entidad misma de estos asuntos, así como la formación flamenca del pintor, explican el modo en que éste agudizó el carácter marcadamente dramático de las composiciones, subrayando la expresividad de los personajes y una ambientación nocturna muy efectista. No es de extrañar que estas iconografías siguieran ocupando a Campaña en los años finales de su carrera, cuando ya se hallaba de vuelta en Bruselas, a donde había regresado hacia 1563. Las "famosas tablas que envió a Sevilla", según refirió Francisco Pacheco, debieron corresponder a una producción en pequeño formato, destinada a oratorios y capillas privadas, conformando en algunos casos pequeños dípticos o trípticos portátiles.
Enrique Valdivieso ha explicado estas obras como la producción asumible por un artista limitado ya por la edad, ocupado en tareas que no requerían esfuerzos físicos. Además de dibujar y proporcionar composiciones para la Fábrica de Tapices de su ciudad natal, Pedro de Campaña pudo acometer encargos de formatos pequeños, donde trasladó la monumentalidad de composiciones anteriores a nuevas fórmulas expresivas, con especial énfasis en la representación del paisaje y los pormenores de las figuras y objetos que acompañan la escena.
La tabla de la colección Arango es una de las más apuradas y emblemáticas creaciones de la década de los setenta. La parte central de la composición recupera y versiona la idea central de la estampa de Marcantonio Raimondi, presente en otros “Descendimientos” anteriores. Sin embargo, abre el foco de visión y crea una compleja representación del Monte Calvario, conformado como un estrecho promontorio rocoso y escalonado, recortado sobre un paisaje muy abierto y bajo un ancho cielo. A los lados de este montículo se yerguen en precario las altas cruces con los dos ladrones. La pincelada menuda y precisa ofrece otra visión de Campaña, la de un cuidado artífice de la piccola pittura.
La obra está firmada en latín, al lado de los restos óseos que, contraviniendo la tradición, no aparecen al pie de la cruz, si no algo apartados: Hoc opus faciebat/Petrus Campaniensis.