Esta casa de campo en El Escorial, proyectada por Juan de Villanueva para el disfrute en los meses de otoño del príncipe don Carlos de Borbón, futuro rey Carlos IV, fue realizada en dos fases constructivas, y en su versión definitiva avanza el esquema general empleado en el edificio del Museo del Prado. En la primera fase, entre octubre de 1771 y 1773, la casa quedó con la estructura de «cuadrilongo» descrita por Ponz. Y entre octubre de 1781 y diciembre de 1784 fue construida el ala oeste, con el salón y la pieza ovalada. Por diversos inventarios manuscritos y por el catálogo impreso de Poleró, de 1857, se tiene noticia precisa de las pinturas que adornaron esta casa de campo desde sus primeros tiempos hasta mediados del siglo XIX. En el primer inventario conocido del palacete, de 1779, se registran numerosas obras flamencas, de Jan Brueghel, David Teniers, y de otras escuelas, fruto del coleccionismo del príncipe Carlos, conjunto que fue acrecentándose en años sucesivos y sufrió una merma considerable tras la Guerra de la Independencia. Varios de estos cuadros fueron más tarde llevados al Real Museo, como la tabla de la Presentación de Jesús en el templo, del «divino» Luis de Morales; la del Sacrificio de Isaac, de Andrea del Sarto; los lienzos grandes de La aparición de los ángeles a san Jerónimo, de Domenichino; El jubileo de la Porciúncula, de Ludovico Carracci, y La Adoración de los pastores, de Giacomo Cavedone, o la Sagrada Familia, de Simone Cantarini. La misma procedencia tienen otros cuadros del Museo, como los tres paisajes de Claude-Joseph Vernet [P2347-2349], encargo del príncipe en 1781; los seis de Giovanni Paolo Panini [P273-278]; el cobre de Jan Philip van Thielen de San Felipe; los cobres de Las cuatro partes del mundo, de Jan van Kessel I; Choque de caballería, de Adan Frans van der Meulen; Caravana y Paisaje romano, de Peeter van Bloemen; el cobre de El dolor de Hécuba y la tabla de Abraham y los tres ángeles, ambos de Leonaert Bramer; Desembarco de un cortejo en un puerto fluvial y Embarco para una fiesta, de Hendrick van Minderhout; y el Apostolado de José de Ribera [P1067, P1071, P1074, P1076-P1077, P1082, P1084, P1089-P1090, P1092, P1096 y P1099]; La Concepción «de El Escorial», Virgen del Rosario, Visión de san Francisco en la Porciúncula y San Francisco de Paula, todos de Bartolomé Esteban Murillo; o la serie de los «Cuatro elementos» de Luis Meléndez, es decir, los bodegones que pintó para el príncipe «a fin de componer un divertido Gavinete con toda la especie de comestibles que el clima Español produce» [P902-940]. Adornaron también la casa de campo las pequeñas tablas procedentes del Políptico de Isabel la Católica, de Juan de Flandes y Michel Sittow, Alegoría del Amor a la Virtud, de Anton Raphael Mengs, y muchas otras pinturas, casi medio millar, aunque solo una pequeña parte se mantiene en la casita. Destacan las de Andrea Vaccaro, Luca Giordano, Corrado Giaquinto, y las murales de Mariano Salvador Maella y otros pintores que trabajaron al servicio de Carlos IV. Junto a las pinturas sobresalieron las colgaduras de seda de la manufactura lionesa de Camille Pernon, los bordados de Juan López de Robredo (firmados en 1797), al igual que diversos trabajos de la Real Fábrica del Buen Retiro, como las plaquetas de la sala de marfiles de Andrea Pozzi y otros artistas, y las placas de biscuit o bizcocho de porcelana que a imitación del estilo de Josiah Wedgwood decoran la sala de porcelanas. Una parte del mobiliario -consolas, sillas y banquetas- se atribuye al ebanista José López, según diseños de Jean-Démosthène Dugourc, con aplicaciones de bronce de Domingo de Urquiza.