Gaspar de Haro y Guzmán era hijo del también coleccionista Luis de Haro y de él heredó un gran repertorio de pinturas que fue ampliando progresivamente con obras de gran calidad. De todas ellas destaca la posesión, ya en 1651, de La Venus del espejo, de Velázquez (National Gallery, Londres). Como político al servicio de Carlos II, se le destinó a la embajada de Roma (1674-1682) y posteriormente fue virrey de Nápoles (1682-1687), estancias en Italia durante las que patrocinó a numerosos artistas, entre ellos a Carlo Maratta. Costeó una academia platónica en Roma formada por artistas y estetas, lo que le valió ser citado por Bellori en sus Vite (Roma, 1673). En Italia continuó adquiriendo obras, lo que le convirtió en el principal coleccionista privado español de la segunda mitad del siglo XVII. A su muerte el número de obras que poseía sobrepasaba las tres mil, repartidas entre sus casas de España e Italia, con pinturas sobresalientes como la llamada Madonna Alba, de Rafael (National Gallery of Art, Washington), o Educación de Cupido, de Correggio (National Gallery, Londres), y donde se incluían obras maestras de las escuelas flamenca, española e italiana. Destaca su interés por la pintura veneciana y boloñesa con numerosas obras de Tiziano o Tintoretto. Muchas de ellas pasaron, a su muerte, a su hija Catalina Méndez de Haro, casada con el duque de Alba, mientras que otras revirtieron como pago de deudas en la colección real, pasando algunas posteriormente al Museo del Prado. Entre éstas destacan los bocetos de Rubens para la serie de tapices del monasterio de las Descalzas (Prado, P1695-P1700) o San Francisco de Asís en éxtasis, de Van Dyck (Prado, P1478).