Banderillas de fuego
1815. Aguada, Aguafuerte, Aguatinta, Bruñidor, Buril, Punta seca sobre papel verjurado, blanco, 300 x 408 mm. No expuestoLa estampa, Tauromaquia, 31, Banderillas de fuego, pertenece a la serie grabada por Goya, dominada siempre por el patetismo trágico,entre la primavera de 1814 y el otoño de 1816, siendo telón de fondo el final de la Guerra de la Independencia y la restauración en el trono de Fernando VII en 1814. El tema de los toros, por su aparente inmediatez y por la remisión a una realidad objetivable, enraizada popularmente y no exenta de connotaciones costumbristas, podría llevar a considerar la Tauromaquia de Goya como un conjunto de estampas carentes de la profundidad conceptual del resto de su producción gráfica: Caprichos, Desastres de la guerra y Disparates. El artista, creó unas imágenes desconcertantes mediante un lenguaje de violenta intensidad entre dos seres cuyo único destino posible era la muerte. Asimismo, evocó unas formas anticuadas de practicar el toreo, hacia las que el público no sentía el menor interés, y formalmente no se correspondían con el amaneramiento de otros grabadores contemporáneos, como Antonio Carnicero. La anulación de la distancia, la eliminación de elementos anecdóticos y la valoración dramática de la luz y del vacío, constituyen los pilares de la construcción visual de Goya. Apenas está sugerida la plaza por un fragmento de barrera, y una amalgama de líneas permite intuir la presencia de un público que carece de rasgos individuales. La posible participación de Ceán Bermúdez, en la estructura, orden y redacción de los títulos de la serie pudo influir tanto en la inclusión de la sección histórica como en la individualización de los personajes. Ciertamente, los títulos propuestos por el erudito escritor son muy parecidos, con ligeras variantes, a los atribuidos a Goya, construcciones literarias simples y de carácter más genérico, sin descender en muchos casos a la identificación del lidiador con ninguna figura concreta del toreo. Una lectura lineal, conforme a la progresión temática que ahora poseen las estampas, conduciría a dividir la serie en tres partes: la historia de la tauromaquia en España desde la Antigüedad, la época de dominio musulmán, la Edad Media cristiana y el Renacimiento; las figuras de las dos escuelas principales del toreo durante el siglo XVIII; y por último, los lances de la lidia culminados en desenlaces trágicos.
Los epígrafes manuscritos de Goya y Ceán coinciden con el título definitivo, Banderillas de fuego, adoptado en la primera edición de la Tauromaquia. La inclusión de un tema impersonal casi al final de la serie podría sorprender teniendo en cuenta que muchas de las imágenes precedentes evocan episodios concretos y personajes identificables. Las escenas de esta estampa y la siguiente (G02442) están dominadas por la presencia del toro como figura central de la composición y por una tensión dramática, anticipativa del desenlace final de la Tauromaquia, que se contrapone con la belleza plástica de las acciones ejecutadas por ambos diestros. Sólo desde esa intencionalidad anticipativa puede interpretarse tal ruptura temática, algo frecuente en la producción gráfica del artista, en la que no siempre existe un orden temático secuencial.
Las banderillas de fuego fueron una práctica común en el último cuarto del siglo XVIII, referenciada en la literatura taurina contemporánea. Pepe-Hillo explicó su razón de ser: El toro que no entra a varas (…) o se le echan perros o banderillas de fuego por orden del Magistrado. A juicio de Vargas Ponce constituía una manifestación más de la brutalidad de la fiesta: Todavía discurrieron otros modos singulares y de exquisita crueldad o vergonzosa sonsería: vestidos de pólvora y cohetes, que llamaban enmantados, les daban fuego y dicen que era diversión verlos morir rabiando desatentados del ruido y sofocados del denso humo que exhalaban y ardiendo por todas partes. José Blanco White (carta cuarta de Cartas de España, 1822) describió, en el contexto de la corrida de toros, en qué consistían las banderillas de fuego: Algunas banderillas tienen acoplados unos cohetes o petardos. La mecha detonadora, que es un trozo de yesca hecha con la pulpa de higos secos, está colocada de tal manera junto a la punta de acero que al levantarse por la presión que la introduce en la carne del animal, toca e inflama la pólvora de los cohetes. El único objetivo de este refinamiento de crueldad es aturdir la fuerza instintiva del toro y disminuir de esta manera el peligro que corre el matador, que se encuentra tanto más expuesto cuanto más tranquilo está el toro para atacarlo intencionadamente. Independientemente de su sentido crítico, el párrafo es muy significativo por cuanto coincide en algunos aspectos esenciales con la estampa. Goya ha representado con acierto el aturdimiento del toro, al que muestra erguido, con las patas ligeramente abiertas y el rabo entre ellas. El aspecto plástico más destacable de esta obra es el modo de sugerir el humo generado por la explosión de la banderilla. Si en el dibujo preparatorio conservado en el Museo del Prado (D04316) apenas se distingue del fondo el vapor, las pruebas de estado del Museé du Petit Palais de París y la estampa definitiva permiten apreciar cómo ha definido el artista el gas desprendido por la combustión de la pólvora. Añade una capa de aguatinta suplementaria alrededor de las banderillas y la cabeza del toro, y posteriormente bruñe la resina del contorno para destacar la zona. Por último, incorpora unos ligeros toques de punta seca en la mancha para acentuar la sensación de desplazamiento del humo. De este modo, lo que para los primeros críticos de la serie, como Beruete en 1918 y Esteve Botey en 1922, fue considerado una incorrección técnica, resulta ser, a la vista del proceso creativo, una forma sutil de representar el aspecto principal que da título a la estampa. La lámina está firmada y fechada en el ángulo inferior derecho, circunstancia propia de otros cobres de la Tauromaquia pero específica de esta serie gráfica, que evidencia el interés del autor por dejar constancia de su intervención en una obra con la que pretendía rentabilizar la fama alcanzada años atrás. (Texto extractado de: https://www.museodelprado.es/goya-en-el-prado/obras/ficha/goya/banderillas-de-fuego/?tx_gbgonline_pi1[gocollectionids]=28&tx_gbgonline_pi1[gosort]=d).