El archiduque Leopoldo Guillermo en su galería de pinturas en Bruselas
1647 - 1651. Óleo sobre lámina de cobre, 104,8 x 130,4 cmSala 077
Las representaciones de galerías de pintura se popularizaron en los Países Bajos a principios del siglo XVII. La exhibición de pinturas y otros objetos artísticos o naturales fue en sus inicios una manera de evidenciar la elevada situación social de una clase eminentemente burguesa con fuertes deseos de ennoblecimiento. En muchos casos, tales obras no mostraban rigurosamente la colección del comitente, sino que aludían metafóricamente a sus intereses artísticos y su posicionamiento como aficionado al arte. Evidenciaban su compromiso intelectual y cultural, y eran un instrumento de propaganda visual de gran eficacia. El protagonista de este ejemplo es el archiduque Leopoldo Guillermo de Habsburgo,gobernador de los Países Bajos desde 1647 hasta 1656, quien aparece representado a la derecha junto a algunos miembros de su corte. Al otro lado se ve a David Teniers, su pintor de cámara, conservador de la colección y autor de la pintura, junto al conde de Fuensaldaña, quien participó en la adquisición en Inglaterra de la mayoría de las obras exhibidas en las paredes de la estancia.
En este caso, personajes y obras convierten a esta pintura en uno de los pocos ejemplos donde se muestra una colección concreta y existente, por lo que puede definirse como un cuadro- catálogo que exhibe las riquezas pictóricas atesoradas por el archiduque en el palacio de Bruselas. En el repertorio predominan los cuadros italianos, pero los pocos flamencos tienen gran importancia conceptual y simbólica. A la izquierda, San Lucas pintando a la Virgen de Jan Gossaert (1478-1532) identifica la procedencia artística de Teniers, mientras que el Retrato de Isabel Clara Eugenia por Anton van Dyck (1599-1641), a la derecha, alude a la posición de Leopoldo como heredero del gobierno de Bruselas. No cabe en esta representación la idea de búsqueda de ennoblecimiento común a otras galerías -Leopoldo era por nacimiento un miembro de los Habsburgo, que se muestra con símbolos habituales de poder como la espada y los perros-, pero sí subyace en ella la justificación del poder principesco mediante el disfrute de una exquisita colección de pinturas, que el archiduque era capaz de apreciar por sí mismo, como evidencia su mirada hacia la Santa Margarita de Rafael.
A mediados del siglo XVII la pintura había triunfado ya sobre las demás artes y era el principal elemento de representación cortesana, por encima incluso de las armas. El poder de un príncipe no se medía exclusivamente por el valor militar, sino también por su gusto y su afición pictórica. Teniers realizó para Leopoldo varias obras similares que fueron enviadas a distintas cortes para impresionar por sus virtudes como aficionado artístico y por la magnificencia de sus tesoros pictóricos. En ese sentido, al remitir a Felipe IV esta obra al poco de ser realizada, el archiduque parece que quiso homenajear a su tío como aficionado a la pintura italiana,imitando las colecciones del Alcázar de Madrid; pero quizá también retarle, al mostrar cómo las guardadas en el palacio de Bruselas podían competir con ellas (Texto extractado de Pérez Preciado, J. J. en: El arte del poder. La Real Armería y el retrato de corte, Museo Nacional del Prado, 2010, p. 126).