El general Antonio Ricardos
1793. Óleo sobre lienzo, 112 x 84 cm. Sala 035El general don Antonio Ricardos y Carrillo nació en Barbastro (Aragón) el 12 de septiembre de 1727. Se educó en Cádiz y a los catorce años entró en el ejército como capitán de caballería del Regimiento de Malta, del que su padre era coronel, combatiendo en Italia (1743-47) y Portugal (1762), en la defensa de Orán (1763) y en la expedición de Argel (1773). En 1764 fue destinado a Veracruz, para reformar el ejército de Nueva España, y en 1768 formó parte de la comisión hispano-francesa para delimitar las fronteras con Francia. Reorganizó, además, los servicios del ejército español y fundó el colegio de Ocaña, para promover la mejora de los oficiales. Hombre sensible, poeta y músico, amigo del poeta Juan Meléndez Valdés, era miembro de la Sociedad Económica Matritense de Amigos del País de Madrid y formó parte de la importante Real Compañía de Filipinas, para el comercio con Oriente. Aparece aquí con uniforme de campaña de capitán general, transmitiendo instantáneamente al espectador de entonces que estaba al frente en ese momento una acción militar. Efectivamente, el general se retrató durante la guerra del Rosellón (1793-1794), porque el triple entorchado que luce en los puños y completa los símbolos de su alto rango, le fue concedido después de la batalla de Truilles (22 de septiembre de 1793) y de las consiguientes acciones militares durante el otoño y el invierno. Se pintó por tanto poco antes de su muerte, ocurrida en Madrid el 13 de marzo de 1794, donde había acudido para solicitar refuerzos. La venera de la orden militar de Santiago, concedida en 1768, destaca sobre la solapa y sobre el pecho resalta el destello de la placa correspondiente a la Gran Cruz de la orden de Carlos III, concedida en 1792, cuya banda le cruza el pecho bajo la casaca. Se conservan dos retratos del general, siendo el más notable aquel donde el general dispara el primer cañonazo de la batalla de Truilles (colección privada, Sevilla), que dio inicio a la guerra del Rosellón. El del Prado se singulariza porque fue regalo de la viuda del general a Godoy, como primer ministro, en agradecimiento a la rehabilitación de su esposo, que como aragonés había apoyado al conde de Aranda hasta su caída en 1792, cuando fue sustituido por Godoy. Lo acompañaba con una carta en la que decía que Goya ha sabido trasladar no solamente sus facciones, sino la expresión de su Alma, y en ella no podrá V. M. dejar de encontrar todo lo que la amistad más fina y más bien merecida le supo inspirar. De éste se conservan dos réplicas, en la colección de la Fundación Selgas-Fagalde (Cudillero, Asturias), y en la Walters Art Gallery, Baltimore. Existe también una estampa según el retrato de Goya, grabada por Blas Ametller, para la portada del elogio al general Ricardos redactado por José Martínez de Herbas, marqués de Almenara, en 1795, leído en la Sociedad Económica de Madrid en ese mismo año.