El hijo pródigo abandonado
1660 - 1665. Óleo sobre lienzo, 27 x 34 cmSala 017
Esta obra, junto con El hijo pródigo recoge su legítima (P997), La despedida del hijo pródigo (P998) y La disipación del hijo pródigo (P999), repite temas tratados en los lienzos pertenecientes a la National Gallery de Dublín, en una serie dedicada a la parábola del hijo pródigo, en la que se cuenta la historia del hijo menor de un hombre adinerado que, tras romper con su familia y derrochar su herencia, se arrepiente y acaba siendo perdonado por su padre.
El Museo del Prado conserva un grupo de cuatro pequeños cuadros, de factura deshecha, con composiciones prácticamente idénticas a las de los lienzos de Dublín. No se sabe si en principio este grupo lo conformaban las seis escenas de la serie original y se han perdido dos, o si Murillo no llegó a pintar las dos que faltan, las de la expulsión del pródigo de la mancebía y la del episodio más importante y más frecuentemente representado, el del retorno del joven al hogar paterno. Tampoco existe unanimidad sobre la función de estos pequeños lienzos.
Dentro de la producción de Murillo en formato pequeño encontramos un grupo de obras que repiten composiciones de lienzos de mayores dimensiones y, como los cuatro del Prado, presentan una factura muy deshecha. Teniendo en cuenta la probada capacidad técnica de Murillo para pintar en tamaños reducidos y el número considerable de estas obras de factura abocetada, su realización debió responder a un objetivo concreto, y su papel dentro de su proceso creativo hubo de ser relevante: los críticos debaten si su estilo deshecho responde a que eran trabajos preparatorios, piezas de presentación para clientes o ricordi —cuadros que se conservaban como recuerdo de un trabajo o como base para otros futuros—, o si, quizás, combinaban los tres propósitos.
Mientras a simple vista ambas pinturas parecen prácticamente idénticas, y solo en una observación más atenta se aprecian ciertas divergencias en el espacio o en la escala de la figura del pródigo, al comparar sus radiografías se descubre un cambio significativo: el gran edificio en ruinas que se ve al fondo en el cuadro de Dublín, que el pintor originalmente cubrió con pintura y que no aparece en la radiografía del lienzo del Prado. Es decir, que cuando Murillo pintó este cuadrito tenía claro que no incluiría el edificio, lo que da a entender que la ejecución de los pequeños lienzos la llevaría a cabo a la vez que pintaba las versiones grandes, o bien una vez concluyó estas. Esto elimina la posibilidad de que estos cuadritos abocetados sean piezas de presentación para los clientes con el fin de obtener la aprobación del encargo, o pinturas preparatorias, y corrobora la teoría de que son ricordi que el pintor ejecutaría posiblemente solo de sus obras de más empeño y que conservaría como recuerdo y posible inspiración para obras posteriores.
Cenalmor, Elena, Bartolomé Esteban Murillo. Serie del hijo pródigo. En: El hijo pródigo de Murillo y el arte de narrar en el Barroco andaluz, Madrid, Museo Nacional del Prado, 2021, p.99-129