Entrada de los animales en el arca de Noé
Hacia 1570. Óleo sobre lienzo, 207 x 265 cmNo expuesto
Se trata de la primera aproximación de Jacopo a este pasaje del Génesis, 6. 20 y la única en la que es tratado de forma autónoma y no como parte de un ciclo con la historia de Noé. Jacopo fue respetuoso con el relato bíblico en el número de personas que se salvaron: Noé, su mujer, y sus tres hijos Sem, Cam y Jafet con sus esposas, pero se tomó licencias en la representación de los animales. De algunos, como los perros, corderos y vacas, incluyó más de dos ejemplares, y tampoco respetó la prioridad de los leones al entrar en el Arca, al precederles un águila y un jabalí. La verosimilitud en la representación de los animales varía mucho dependiendo si le eran familiares o extraños, siendo muy llamativo su desconocimiento de la fisonomía de la leona, a la que mostró con melena como un león. La utilización de una rampa para acceder al Arca, habitual en Biblias ilustradas desde 1480, permitía visualizar mejor la completa variedad de especies congregadas en torno a ella. Rearick ha señalado la existencia de numerosos diseños preparatorios para los animales en Florencia (Gabinetto Disegni e Stampe degli Uffizi) y Berlín (Staatliche Museen Preussischer Kulturbesitz), siendo bastante plausible la identificación como tal de uno con una pareja de conejos (Uffizi, inv. 811). Noé y su familia adoptan en la pintura papeles diversos, y mientras los gestos del patriarca reflejan su misión como receptor y ejecutor de las órdenes de Yavhé, cuya presencia sólo se intuye, sus familiares aparecen concentrados en sus tareas y ajenos a cualquier manifestación divina.
Aún concediendo a Jacopo la paternidad de la invención y gran parte de la ejecución, Rearick percibía la participación de Francesco y Giambattista, circunstancia factible dada la forma de trabajo de la bottega y el tamaño del lienzo, aunque éste presente un acabado uniforme y armónico. Algunos elementos de la composición, como la mujer que acoge al primer animal llegado al Arca, fueron retomados por la bottega en una mediocre versión posterior (Venecia, Palazzo Ducale). El único precedente al tratamiento dado por Jacopo a este pasaje lo proporciona Dosso Dossi en su Entrada de los animales en el Arca de hacia 1510 (Providence, Rhode Island School of Design). Los dos coinciden en su gusto por lo anecdótico, aunque Dosso fue más allá en sus licencias transformando la escena en un concierto campestre. No por casualidad, ambos pintores fueron juzgados de forma similar por sus contemporáneos, pues también Dossi fue celebrado por sus gratos paisajes poblados de campesinos desarrollando actividades cotidianas.
La idea, mantenida hasta fecha reciente, de que Tiziano adquirió esta pintura para Carlos V, partía de una curiosa asociación de ideas. En 1648, Ridolfi señaló que Tiziano había comprado a Jacopo un cuadro con esta temática por 25 escudos, y puesto que la única versión autógrafa conservada es la del Museo del Prado y procede de la antigua colección real española, pareció lógico pensar que Tiziano la habría regalado a Carlos V, su más destacado patrón. Quien primero lo afirmó fue Eusebi en 1824, y a él han seguido numerosos historiadores. Sabemos sin embargo que el cuadro ingresó en la colección real por otro conducto, probablemente adquirido a Crescenzi en 1634, y siempre en el reinado de Felipe IV.
Falomir, Miguel, Los Bassano en la España del Siglo de Oro, Madrid, Museo Nacional del Prado, 2001, p.27, 88-89, n. 9