Estuche para copa de pie cuadrado de jaspe con camafeos
1689 - 1711. Madera, Terciopelo, Piel, 18 x 11 cmNo expuesto
Estuche de base cuadrada y forma ahusada, levemente irregular. Tiene el alma de madera tallada, recubierta interiormente de terciopelo azul. Al exterior lleva piel negra, granulada, descrita antiguamente como lija. Realizado para alojar una de las dos Copa de pie cuadrado de jaspe con camafeos, que figuran emparejadas en los inventarios (O38 y O39), aunque sólo se conserva uno de los dos estuches. Lleva cuatro enganches con aldabillas de balaustre y charnela con adorno en rombo de veinte tachuelas doradas. Se realizó probablemente en París.
La importancia de los estuches es grande para el estudio de las alhajas, dado que aportan datos volumétricos, estilísticos y cronológicos que ayudan a la correcta identificación de cada objeto, incluyendo su posible procedencia, común o no, a otros ejemplares. Gracias a ello, puede relacionarse claramente un conjunto de estuches con los objetos que contuvieron. Esta circunstancia dota de especial interés al conjunto de estuches de las alhajas, convirtiéndolos en, quizás, el más importante grupo de todos cuanto se conocen, pues muy pocos se conservan. El conjunto ha permanecido prácticamente inédito hasta 1991, pese a su importancia decisiva para el conocimiento de la guarnicionería europea de los siglos XVI y XVII.
Estos estuches llegaron a España con las alhajas del Delfín que heredó Felipe V. Tiempo después, en 1776, Carlos III cedió el conjunto de vasos, incluidos sus estuches, al Real Gabinete de Historia Natural, donde permaneció hasta la salida de las alhajas hacia París, dejando atrás los estuches. Cuando éstas se recuperaron, muchos de los estuches, posiblemente ya no se pudieron utilizar como contenedores, al volver las alhajas mutiladas o reconstruidas indebidamente. Los estuches de estos vasos de lujo se concebían de un modo práctico, con la forma del vaso contenido. Parte de los estuches que se conservan son aquellos que originariamente tuvieron los vasos al ser fabricados; otros fueron encargados por sus sucesivos poseedores, a veces personalizados con símbolos relacionados con el propietario, como sucede con la serie de los estuches rojos decorados con flores de lis y delfines. La existencia o no de estos estuches protectores determinaba en muchas ocasiones la longevidad de los vasos que contenían. Algunos de estos estuches pueden agruparse según sus características, aunque, por lo general, sus almas son de madera, y tienen un forro interior de textil o piel, a veces acolchado con vellón de lana, mientras que al exterior presentan un acabado en telas de lujo o finas pieles decoradas, bien en seco o bien en dorado. Hay algunos estuches y este es el caso de uno de ellos, que no pueden por su variedad ser agrupados en series. Estos contuvieron los grandes vasos de cristal de roca de la colección, y están casi todos realizados en piel negra, con decoración en seco y dorado de diversos hierros. Bellamente trabajados, forrados casi todos con terciopelos lisos y alguna tela rica, este conjunto de estuches, es muy bello por la riqueza y variedad de sus decoraciones y parecen corresponder en datación al siglo XVI.
Arbeteta Mira, Letizia, El tesoro del Delfín: alhajas de Felipe V recibidas por herencia de su padre Luis, Gran Delfín de Francia, Madrid, Museo Nacional del Prado, 2001, p.85-89; 108-111