Estuche para diez piezas de un juego de café de laca
1690 - 1711. Cuero, Madera, Tela, 26,5 x 27 cmNo expuesto
Estuche de tafilete rojo rectangular que se abre en dos mitades verticales y que tiene en la parte superior un saliente rectangular con cerrojo en hierro. El frente está decorado con el gran escudo del Delfín de Francia, coronado con corona de lises y encuadrado con una cenefa dorada formada por la yuxtaposición de varios motivos, entre ellos ces, lirios, ovas y lises. Rodean el escudo dos collares de órdenes de caballería; por un lado, el de la Orden del Sancti Spiritus, con medallón con paloma inserto dentro de una cruz de Malta con lises en sus ángulos, y por otro, el collar de la Orden de San Miguel. El conjunto está realizado con buena impresión y da sensación de riqueza.
Sirvió para albergar un juego de cuatro tazas con sus platillos, una bandeja casi plana y una vasija, posiblemente tetera, rematada en una granada. El juego, quizás procedente de Oriente como regalo de las diversas embajadas, ingresó en la colección del Delfín con posterioridad a 1689. Está realizado en laca roja y oro, y pertenece a las colecciones del Museo de América (núm. inv. 12473-12481 y 12489).
La importancia de los estuches es grande para el estudio de las alhajas, dado que aportan datos volumétricos, estilísticos y cronológicos que ayudan a la correcta identificación de cada objeto, incluyendo su posible procedencia, común o no, a otros ejemplares. Gracias a ello, puede relacionarse claramente un conjunto de estuches con los objetos que contuvieron. Esta circunstancia dota de especial interés al conjunto de estuches de las alhajas, convirtiéndolos en, quizás, el más importante grupo de todos cuanto se conocen, pues muy pocos se conservan. El conjunto ha permanecido prácticamente inédito hasta 1991, pese a su importancia decisiva para el conocimiento de la guarnicionería europea de los siglos XVI y XVII. Estos estuches llegaron a España con las alhajas que Felipe V heredó tras la muerte de su padre Luis de Borbón (el Delfín de Francia). Tiempo después, en 1776, Carlos III cedió el conjunto de vasos, incluidos sus estuches, al Real Gabinete de Historia Natural, donde permaneció hasta la salida de las alhajas hacia París, dejando atrás los estuches. Cuando éstas se recuperaron, muchos de los estuches posiblemente ya no se pudieron utilizar como contenedores, al volver las alhajas mutiladas o reconstruidas indebidamente.
Los estuches se concebían de un modo práctico, con la forma del vaso contenido. Parte de los estuches que se conservan son aquellos que originariamente tuvieron los vasos al ser fabricados; otros fueron encargados por sus sucesivos poseedores, a veces personalizados con símbolos relacionados con el propietario, como sucede con la serie de los estuches rojos decorados con flores de lis y delfines. La existencia o no de estos estuches protectores determinaba en muchas ocasiones la longevidad de los vasos que contenían. Algunos de estos estuches pueden agruparse según sus características, aunque, por lo general, sus almas son de madera y tienen un forro interior de textil o piel, a veces acolchado con vellón de lana, mientras que al exterior presentan un acabado en telas de lujo o finas pieles decoradas, bien en seco o bien en dorado. Los estuches de la serie de lises y delfines están realizados en tafilete rojo vino, se adornan a la manera de las encuadernaciones, con hierros alternados de flores de lis y de delfines, con los planos volumétricos perfilados por cenefas realizadas pasando una ruedecilla con los motivos grabados. Los motivos de lises y delfines que decoran estas piezas son elementos heráldicos que forman parte de las armas del Gran Delfín de Francia. Están marcados frecuentemente por un gallo entre las letras F L, a veces rodeado por un cordón franciscano.
Arbeteta Mira, Letizia, El tesoro del Delfín: alhajas de Felipe V recibidas por herencia de su padre Luis, Gran Delfín de Francia, Madrid, Museo Nacional del Prado, 2001, p.85-89; 356