Estuche para góndola o galera de cristal con tres sierpes aladas
1570 - 1600. Cuero, Madera, Metal, Terciopelo, 39,5 x 47 cmNo expuesto
Estuche en forma de nave, con pie redondo y diversos receptáculos correspondientes a los relieves que adornan el vaso para el que fue realizado, Góndola o galera de cristal con tres sierpes aladas (O114). Recubierto de cuero negro, con siete aldabillas de gancho con cabeza redonda. Decoraciones en seco, con hierros dorados, con círculos de puntas entre cordones, formando fajas. Hierros alineados de flores de cuatro pétalos trilobulados y otro más pequeños de flor de cinco pétalos en pico.el resto de la decoración consiste en unos sencillos filetes incisos, sin dorados, que enfatizan la forma. El estuche por dentro está forrado de forma suntuosa, correspondiendo a la riqueza del vaso que contenía: se trata de un rico terciopelo azul de dos altos, con anillado y velludo, posilbemente genovés. En la parte que corresponde a la toldilla existe un receptáculo que se supone que alberga un remate desaparecido, posiblemente una figurilla.
La importancia de los estuches es grande para el estudio de las alhajas, dado que aportan datos volumétricos, estilísticos y cronológicos que ayudan a la correcta identificación de cada objeto, incluyendo su posible procedencia, común o no, a otros ejemplares. Gracias a ello, puede relacionarse claramente un conjunto de estuches con los objetos que contuvieron. Esta circunstancia dota de especial interés al conjunto de estuches de las alhajas, convirtiéndolos en, quizás, el más importante grupo de todos cuanto se conocen, pues muy pocos se conservan. Estos estuches llegaron a España con las alhajas del Delfín que heredó Felipe V. Tiempo después, en 1776, Carlos III cedió el conjunto de vasos, incluidos sus estuches, al Real Gabinete de Historia Natural, donde permaneció hasta la salida de las alhajas hacia París, dejando atrás los estuches. Cuando éstas se recuperaron, muchos de los estuches, posiblemente ya no se pudieron utilizar como contenedores, al volver las alhajas mutiladas o reconstruidas indebidamente.
Los estuches de estos vasos de lujo se concebían de un modo práctico, con la forma del vaso contenido. Parte de los estuches que se conservan son aquellos que originariamente tuvieron los vasos al ser fabricados; otros fueron encargados por sus sucesivos poseedores, a veces personalizados con símbolos relacionados con el propietario, como sucede con la serie de los estuches rojos decorados con flores de lis y delfines. La existencia o no de estos estuches protectores determinaba en muchas ocasiones la longevidad de los vasos que contenían. Algunos de estos estuches pueden agruparse según sus características, aunque, por lo general, sus almas son de madera, y tienen un forro interior de textil o piel, a veces acolchado con vellón de lana, mientras que al exterior presentan un acabado en telas de lujo o finas pieles decoradas, bien en seco o bien en dorado. Hay algunos estuches y este es el caso de uno de ellos, que no pueden por su variedad ser agrupados en series.
Arbeteta Mira, Letizia, El tesoro del Delfín: alhajas de Felipe V recibidas por herencia de su padre Luis, Gran Delfín de Francia, Madrid, Museo Nacional del Prado, 2001, p.85-89; 288-290