Estuche para jarro de cristal con asa en forma de bicha alada
1650 - 1689. Cuero, Madera, Metal, Gamuza, 32 x 19,5 cmNo expuesto
Estuche en forma de jarra picuda, realizado para alojar un Jarro de cristal con asa en forma de bicha alada (O99). Está decorado con motivos vegetales realizados con hierros dorados y en seco. En mal estado de conservación, ya que carece de casi toda la cubierta de piel, en rojo muy oscuro. Realizado en un taller probablemente milanés, vinculado al de Metellino, se fecha a partir de 1650 y antes de 1689. Los estuches sirvieron para alojar la colección de alhajas que recibe el joven Felipe, duque de Anjou, tras la muerte de su padre Luis de Borbón (el Delfín de Francia). La colección llega a España con el joven rey, que reinará en España con el título de Felipe V. La importancia de los estuches es grande para el estudio de las alhajas, dado que aportan datos volumétricos, estilísticos y cronológicos que ayudan a la correcta identificación de cada objeto, incluyendo su posible procedencia, común o no, a otros ejemplares. Gracias a ello, puede relacionarse claramente un conjunto de estuches con los objetos que contuvieron. Esta circunstancia dota de especial interés al conjunto de estuches de las alhajas, convirtiéndolos en, quizás, el más importante grupo de todos cuanto se conocen, pues muy pocos se conservan. Estos estuches llegaron a España con las alhajas del Delfín que heredó Felipe V. Tiempo después, en 1776, Carlos III cedió el conjunto de vasos, incluidos sus estuches, al Real Gabinete de Historia Natural, donde permaneció hasta la salida de las alhajas hacia París, dejando atrás los estuches. Cuando éstas se recuperaron, muchos de los estuches, posiblemente ya no se pudieron utilizar como contenedores, al volver las alhajas mutiladas o reconstruidas indebidamente.
Los estuches de estos vasos de lujo se concebían de un modo práctico, con la forma del vaso contenido. Parte de los estuches que se conservan son aquellos que originariamente tuvieron los vasos al ser fabricados; otros fueron encargados por sus sucesivos poseedores, a veces personalizados con símbolos relacionados con el propietario, como sucede con la serie de los estuches rojos decorados con flores de lis y delfines. La existencia o no de estos estuches protectores determinaba en muchas ocasiones la longevidad de los vasos que contenían. Algunos de estos estuches pueden agruparse según sus características, aunque, por lo general, sus almas son de madera, y tienen un forro interior de textil o piel, a veces acolchado con vellón de lana, mientras que al exterior presentan un acabado en telas de lujo o finas pieles decoradas, bien en seco o bien en dorado. Los estuches de la serie del jarroncito, se decoran sobre piel marrón no teñida y como decoración al hierro dorado figuran ramitos en jarrones y florecillas salpicadas. Estos contenedores guardaban piezas de labor sencilla, varias con monturas de filigrana, labor similar a las italianas de principios del siglo XVII. Es muy probable que pertenezcan al taller de Metellino.
Arbeteta Mira, Letizia, El tesoro del Delfín: alhajas de Felipe V recibidas por herencia de su padre Luis, Gran Delfín de Francia, Madrid, Museo Nacional del Prado, 2001, p.85-89; 280