Estuche para vaso aovado de ágata con dos bandas de camafeos
1680 - 1711. Seda.No expuesto
Estuche de cuerpo ovoide, pie y cuello cillíndricos, para alojar un Vaso aovado de ágata con dos bandas de camafeos (O34), posiblemente un perfumador. Decorado en toda su superficie con flores de lis en dorado, dispuestas en lisonja. La importancia de los estuches es grande para el estudio de las alhajas, dado que aportan datos volumétricos, estilísticos y cronológicos que ayudan a la correcta identificación de cada objeto, incluyendo su posible procedencia, común o no, a otros ejemplares. Gracias a ello, puede relacionarse claramente un conjunto de estuches con los objetos que contuvieron. Esta circunstancia dota de especial interés al conjunto de estuches de las alhajas, convirtiéndolos en, quizás, el más importante grupo de todos cuanto se conocen, pues muy pocos se conservan. El conjunto ha permanecido prácticamente inédito hasta 1991, pese a su importancia decisiva para el conocimiento de la guarnicionería europea de los siglos XVI y XVII.
Estos estuches llegaron a España con las alhajas que recibe el joven Felipe, duque de Anjou, tras la muerte de su padre Luis de Borbón (el Delfín de Francia). Tiempo después, en 1776, Carlos III cedió el conjunto de vasos, incluidos sus estuches, al Real Gabinete de Historia Natural, donde permaneció hasta la salida de las alhajas hacia París, dejando atrás los estuches. Cuando éstas se recuperaron, muchos de los estuches, posiblemente ya no se pudieron utilizar como contenedores, al volver las alhajas mutiladas o reconstruidas indebidamente. Los estuches de estos vasos de lujo se concebían de un modo práctico, con la forma del vaso contenido. Parte de los estuches que se conservan son aquellos que originariamente tuvieron los vasos al ser fabricados; otros fueron encargados por sus sucesivos poseedores, a veces personalizados con símbolos relacionados con el propietario, como sucede con la serie de los estuches rojos decorados con flores de lis y delfines. La existencia o no de estos estuches protectores determinaba en muchas ocasiones la longevidad de los vasos que contenían. Algunos de estos estuches pueden agruparse según sus características, aunque, por lo general, sus almas son de madera, y tienen un forro interior de textil o piel, a veces acolchado con vellón de lana, mientras que al exterior presentan un acabado en telas de lujo o finas pieles decoradas, bien en seco o bien en dorado. Los estuches de la serie lises en lisonja, adornan su superficie con flores de lis dispuestas en calles entrecruzadas. Insertas en losanges, las lises están impresas sobre piel marrón natural, sin tinte. En la base ostentan una cruz formada por cuatro de las mismas lises.
Arbeteta Mira, Letizia, El tesoro del Delfín: alhajas de Felipe V recibidas por herencia de su padre Luis, Gran Delfín de Francia, Madrid, Museo Nacional del Prado, 2001, p.85-89; 285