La vicaría
Después de 1870. Albúmina sobre papel fotográfico, 117 x 369 mmNo expuesto
Fotografía de autor anónimo tomada de la obra de Fortuny La vicaría, 1868-70 (Museo Nacional de Arte de Cataluña, núm. inv. 010698-000).
Los primeros biógrafos del maestro han insistido en asociar las ideas iniciales en torno a la elaboración del cuadro con la experiencia del pintor al acudir a la vicaría de la parroquia de San Sebastián de Madrid para organizar su propia boda con Cecilia de Madrazo en 1867. Con él alcanzó su mayor reconocimiento, y buena parte de la crítica la consideraría su obra maestra, al menos durante un siglo. Representa la formalización del matrimonio de un hombre acomodado con una jovencita que se ve así socialmente favorecida. Para ambientar la escena con propiedad, el artista llegó a solicitar a su suegro que le remitiera algunas obras de Leandro Fernández de Moratín, que trató ese argumento en comedias como El sí de las niñas (h. 1801), pero le pidió sobre todo los castizos sainetes de Ramón de la Cruz, en los que parece inspirarse. En torno a su año nupcial, por tanto, han de fecharse los primeros apuntes para esta obra. El caudal de dibujos preparatorios para el cuadro es muy amplio y refleja la minuciosidad con la que Fortuny elaboró esta pintura, a la que se entregó con una dedicación de la que son testimonio las cartas familiares que dan cuenta de sus progresos y los dibujos en los que Ricardo -testigo directo de su trabajo- lo retrata descansando de la extenuante tarea de ejecución del nuevo cuadro.
Para la conclusión de la obra y la entrega de la misma, Fortuny y su familia se trasladaron a París a mediados de agosto de 1869. Al parecer, allí ocuparon la casa de Goupil, y Fortuny trabajó en el atelier parisino de Jean-Léon Gérôme durante algunos días. Fortuny entregó la obra en marzo de 1870, y en abril se expuso en la galería de Goupil con un enorme éxito de público. Entre los numerosos visitantes no faltaron la emperatriz Eugenia y la princesa Mathilde. A los pocos días el marchante la había vendido, por mucho más del doble de lo que le había pagado al artista, a Adèle Cassin, protegida del barón Rothschild, que dejaría salir muy pocas veces la tabla de su dorado palacete en el número 1 de la rue Tilsitt (Texto extractado de G. Navarro, C. en: Fortuny (1838-1874), Museo Nacional del Prado, 2017, pp. 198-202).