Maria Magdalena leyendo
Primera mitad del siglo XVI. Óleo sobre tabla, 45 x 34 cmNo expuesto
Atribuida a Adriaen Isenbrant, pintor que obtuvo su maestría en Brujas en 1510 y continuó trabajando en la ciudad hasta 1551, en un estilo arcaizante, en deuda con el de Gerard David, al que se adscribieron antaño algunas obras salidas del taller de Isenbrant. Sin embargo, ahora, ya no se puede producir ninguna confusión entre ellos, al conocerse perfectamente el estilo de Isenbrant; reconstruido a través de obras como La Virgen de los siete dolores de la iglesia de Nôtre Dame de Brujas. Como es habitual en las obras realizadas por este pintor brujense, las facciones de la santa denotan la deuda contraída con Gerard David, si bien se manifiesta en ellas una acentuación mayor del sfumato y de la gracia. Siguiendo modelos creados en el siglo XV desde Van der Weyden hasta Gerard David, Isenbrant muestra a la Magdalena, de más de medio cuerpo, dentro de una estancia, sosteniendo en sus manos un libro entreabierto en el que se puede ver un margen de flores sobre fondo de oro acorde con los modelos desarrollados en los talleres de miniaturistas de Brujas de la época. La Magdalena está orando ante un reclinatorio sobre el que está depositado un tarro de ungüentos, su atributo habitual, al que él añade, además, la inscripción MAGDELE. El vestido a la moda que luce la santa permite a Isenbrant hacer uso de su habitual riqueza de color, con una gama cálida dominante. Característico de Isenbrant es la repetición de algunos temas, sobre todo aquéllos que tuvieron una gran demanda entre la clientela, como debió suceder con éste de la Magdalena. Su abundancia se justifica por el hecho de que se debían encargar entonces para ornar las habitaciones de las damas. Ingresó en el Museo del Prado en 1915 como parte del legado de Don Pablo Bosch (Texto extractado de Silva P.: Pintura Flamenca de los siglos XV y XVI. Guía, Museo Nacional del Prado, 2001, p. 100).