Paisaje romano a la puesta del sol
1781 - 1782. Óleo sobre lienzo, 155 x 57 cmSala 087
Claude-Joseph Vernet, el pintor paisajista y veduttista francés más reconocido del siglo XVIII, fue famoso por sus paisajes, marinas y vistas de Roma y Nápoles, caracterizadas por la representación dramática o poética de tormentas u otros fenómenos atmosféricos en las distintas fases del día, y animadas con escenas de la vida cotidiana. Residente en Roma entre 1734 y 1752, trabajó para coleccionistas ingleses e irlandeses que viajaban por Italia; fue nombrado académico de San Luca en 1743 y de la Academia de Francia en Roma en 1746. En 1752 recibió, probablemente a través del marqués de Vandières, hermano de la marquesa de Pompadour que había visitado Roma en 1750, el prestigioso encargo de Luis XV de una serie de vistas de los puertos de Francia, obras maestras que le reportaron un mecenazgo internacional. En París, donde vivió desde 1762 hasta su muerte, su fama creció con su nombramiento como consejero de la Académie Royale en 1766 y con los escritos críticos de Denis Diderot sobre los salones, en los que el reconocido autor y filósofo elogió el realismo de los paisajes del artista, estimándole más que a Claude Lorrain, que había sido uno de los modelos de Vernet.
En Paisaje romano a la puesta del sol se reúnen a modo de capricho edificios de la Antigua Roma, como la emblemática pirámide de Cayo Cestio, o, al fondo, un arco triunfal de tres vanos, al que conduce una calzada poblada por figurillas de menudo tamaño. En el primer término, ocupado por un peregrino que descansa y fuma, un grupo de aldeanos coge agua de una fuente, en lo alto de la cual ha enraizado un frondoso árbol que ha captado la atención de dos de ellos, y que representa la conquista de los monumentos por la naturaleza y con ello el paso del tiempo, al que alude también el humo del fumador. En el cielo, la luz rojiza del sol se refleja en algunas nubes, mientras otras más oscuras anuncian una tormenta.
La obra formó parte de un conjunto de seis cuadros encargados a Vernet en la primavera de 1781 por el Príncipe de Asturias Carlos, futuro Carlos IV, destinados a un gabinete de la Casita del Príncipe en el Real Sitio del Escorial, a la que las obras llegaron en enero de 1783. Todas las pinturas tenían la misma altura pero diferentes anchuras. Según el diario del artista publicado por Léon Lagrange, el príncipe español aprobó el plazo de 18 meses para la realización de estas obras y el pago del considerable importe de 40.000 livres, que era el precio más elevado que el artista solía solicitar para las obras cuyos tamaños superaban el del llamado lienzo emperador (100,72 x 127,92 cm). Significativamente, además de las medidas exactas de las obras, se le exigió que la altura de la línea del horizonte estuviera en todas ellas a un pied 7 pouce (51,47 cm), que en la vista aquí expuesta coincide con el vano central del arco triunfal, por lo que quedan reservados casi dos tercios del lienzo para la representación del cielo. Esta unificación de la perspectiva ofrecía al espectador el disfrute, desde un determinado punto de vista en el gabinete, de los sublimes efectos de estos paisajes y de sus caracteres contrastados. El conjunto fue desmontado durante la Guerra de la Independencia (1808-1814) por orden del rey intruso José Bonaparte. Mientras que las tres obras de formato vertical se conservan en el Museo del Prado, las tres horizontales se cuentan entre las pinturas sacadas de España por Bonaparte en 1813. Actualmente una de ellas se guarda en la colección particular del duque de Wellington, Londres, mientras que las otras dos están en paradero desconocido (Texto extractado de Maurer, G. en: Italian Masterpieces. From Spain`s Royal Court, Museo del Prado, 2014, p. 248).