Playa de Villerville
1877 - 1884. Óleo sobre lienzo pegado a lienzo, 37,3 x 59,3 cmNo expuesto
A la izquierda, una pequeña rompiente de olas bate la arena y la tierra que cierra el primer plano. El flujo y reflujo de oleaje de pleamar produce irregulares y movidas crestas en las que se refleja, con blancos luminosos, la espuma del mar. A la derecha, los restos de una desvencijada empalizada de un derruido embarcadero se adentran en el mar donde navega un pequeño vapor de pesca y un velero cuyos mástiles sobrepasan la línea del perfil de la costa que da paso a un cielo turbulento y movido, dividiendo en dos partes prácticamente iguales la composición de la obra.
El tema de las estacadas de los viejos embarcaderos en ruinas atrajo el interés de Haes de una forma significativa. Compositivamente, dentro del lógico orden marcado por la horizontalidad de la extensión del mar, estas rústicas formaciones alineadas fueron un recurso muy utilizado por el pintor para romper la monotonía de un formato en exceso horizontal, construyendo en muchas ocasiones con perpendiculares , diagonales o incluso paralelas un juego de volúmenes que efectivamente fragmentaban la uniformidad de una extensa superficie que ya de por sí, en lejanía, acrecienta su paradójica inmovilidad (Texto extractado de: Gutiérrez Márquez, A.; Carlos de Haes en el Museo del Prado 1826-1898, Madrid: Museo Nacional del Prado, 2002, p. 282).