Salero de cristal de roca en forma de delfín
1670 - 1700. Cristal de roca / cuarzo hialino, Plata dorada, 44,8 x 21,5 cmSala 079B
Vaso compuesto cinco piezas de cristal de roca y seis guarniciones de plata dorada, con doble fila de dentículos e hilera de perlas. Representa un delfín, con el cuerpo curvado y la cola levantada. La cola está dividida en tres tramos, seguida por el tronco y cabeza, gruesos, de boca abierta mostrando los dientes. Dos guarniciones unen las pequeñas aletas dorsales, colocadas transversalmente. Un recipiente oblongo, gallonado, que posiblemente servía de salero, reposa sobre la cabeza del pez, al que se une con guarnición similar al resto. En origen, la figura se elevaba sobre una alta montura metálica con decoración de ovas, rosetas y treinta y dos piedras de lapislázuli, robada en 1918. Es obra del artista milanés Giovanni Battista Metellino.
El Museo degli Argenti de Florencia conserva un salero con delfín muy similar al del Tesoro, aunque más pequeño, atribuido a Giovan Battista Metellino (Inv. del Bargello 1917, n. 25), emparentado también con otros vasos repartidos por diferentes museos, entre ellos uno similar, en Dresde, realizado en oro esmaltado (Grünes Gewölbe, inv. VI, 36). De este artista se conservan varios dibujos de sus obras, que han permitido ir agrupando vasos con características estilísticas semejantes.
En el Tesoro se conservan varios vasos atribuidos por Arbeteta a Metellino o a su taller, como los O99, O107 y O108, además del presente. Son obras caracterizadas por una talla lisa y formas simples y compactas, adornadas por pequeños motivos de ramitos o insectos y composiciones vegetales que parecen haber sido cortadas en el desarrollo de su diseño. Luis XIV y su hijo el Delfín reunieron un buen número de objetos de este tipo y abundan, en las descripciones del inventario de 1689, ejemplares con insectos y avecillas salpicados sobre las superficies, sin decoración alguna, salvo, en algunos casos, motivos vegetales de escaso desarrollo. La mayoría de los que se conservan en el Louvre proceden de la colección real e, incluso, de la del Delfín, como los OA 2029, E 113, OA 5377 y 5378. Es frecuente encontrar, entre los vasos de este grupo, diseños que llegan hasta los mismos bordes de los cuerpos, lo que quizás sea un intento de aprovechar vasos partidos durante su elaboración. Si aparecen figuras de animales o de personas, están labradas con escasa maestría, y tienen cierto aspecto achatado y grueso, lo que les proporciona un aspecto algo caricaturesco. La decoración suele completarse con algún paisaje muy esquemático. Las hojas de parra, racimos y vides son otros motivos frecuentes en este tipo de obras, acompañados de guarniciones sencillas, realizadas en plata dorada, con técnicas primarias, como filigranas, hilos sogueados o motivos estampados. En algunos ejemplares se añaden piedras duras, talladas a modo de gemas, tal como sucede con el presente delfín, que tenía varios lapislázulis en la peana, tallados en cuadrado, sustraídos en 1918.
Es una de las piezas pertenecientes al Tesoro del Delfín, el conjunto de vasos preciosos que, procedentes de la riquísima colección de Luis, gran Delfín de Francia, vinieron a España como herencia de su hijo Felipe V, primer rey de la rama borbónica española. Luis de Francia (1661-1711), hijo de Luis XIV y María Teresa de Austria, comenzó su colección tempranamente influenciado por su padre. La adquisición de obras se producía por diversas vías, desde regalos hasta su compra en subastas y almonedas. Al morir el Delfín, Felipe V (1683-1746) recibe en herencia un conjunto de vasos con sus respectivos estuches, que fueron enviados a España. En 1716 estaban en el Alcázar de Madrid, desde donde se trasladaron, en fecha posterior, a La Granja de San Ildefonso, lugar donde se citan a la muerte de Felipe V, conservados en la llamada Casa de las Alhajas. En 1776 se depositaron, por real orden de Carlos III, en el Real Gabinete de Historia Natural y continuaron en la institución hasta el saqueo de las tropas francesas en 1813. La devolución de las piezas se produjo dos años más tarde y con algunas pérdidas. Fue en 1839 cuando la colección llega al Real Museo, donde sufrió en 1918 un robo. Con ocasión de la Guerra Civil española fueron enviadas a Suiza regresando en 1939, con la pérdida de un vaso, desde entonces se encuentran expuestas en el edificio Villanueva.