San Juan Crisóstomo
Primera mitad del siglo XVII. Óleo sobre lienzo, 110 x 128 cm. No expuestoRepresenta a San Juan Crisóstomo, un personaje del siglo IV, en un episodio apócrifo que se difundió en el siglo XVI, según el cual el futuro santo se retiró a vivir como un salvaje en penitencia por haber violado a una princesa. El personaje principal tiene precedentes en obras de Durero y Martín de Vos, aunque los pastores son muy típicos de Orrente, quien a su vez los tomó de los Basanno. El santo desnudo, que ha dejado de crecer indefinidamente sus cabellos y que habita como un animal en la fragosidad del monte tiene un equivalente cercano en figuras como Cardenio, que se refugió desesperado en Sierra Morena
La obra presenta en el dorso las iniciales entrelazadas de D. Gaspar de Haro y Guzmán, marqués del Carpio y de Heliche, uno de los más famosos coleccionistas del siglo XVII. En un inventario de su colección, citado por Ángel Barcia (1911), se recogen: Tres lienzos de vara y media de ancho y cinco cuartas de alto. Uno el martirio de San Esteban, otro San Francisco en la zarza, otro San Pablo primer ermitaño en el desierto. Son originales de Orrente.
Durante la guerra civil este lienzo fue fotografiado juntamente con otro, compañero, hoy en propiedad particular en Barcelona, que representaba el Martirio de San Esteban, y llevaba también al dorso el monograma del Marqués del Carpio. Es, pues, virtualmente seguro que se tratase de dos de las obras mencionadas en el citado inventario. Semejante iconografía del santo barbudo y penitente, pudo confundir a los redactores del mismo que, sin duda, no estaban familiarizados con la extraña iconografía del Santo Crisóstomo, tal como parece consagrada en la estampa de Alberto Durero o en la de Rafael Sadeler según composición de Martín de Vos. El lienzo de Orrente parece recoger motivos de ambas estampas, y resulta raro en el panorama español donde el santo oriental fue escasamente representado.
Como subraya Reau (1956) la biografía histórica del santo patriarca de Constantinopla (344-407) era demasiado lineal y sencilla para la devoción popular y en el siglo XV surge una leyenda que hace al santo protagonista de un episodio extraño, análogo a la leyenda española del Fray Garín, penitente en Montserrat, lo que ha hecho que (según el P. Goiffer d`Hestroy) se piense en que pueda ser el propio Garín el representado. Según este relato fabuloso, el santo, incapaz de contener sus deseos, violó a una joven princesa y tuvo de ella un hijo. Arrepentido y movido a hacer penitencia se retiró al desierto donde anduvo desnudo y a cuatro patas como un animal salvaje. Es así como lo representa Orrente, sorprendido por unos cazadores en un amplio paisaje rocoso, de remota inspiración en estampas flamencas, quizá la ya citada de Sadeler. La figura del santo de larga barba hirsuta parece proceder muy directamente de la conocida estampa de Durero, que presenta en primer término a la víctima de la violación con su hijo. Pero el naturalismo del pintor murciano se expresa muy sencilla y directamente en las figuras de los cazadores y en los deliciosos perrillos, vivacísimamente interpretados y tan frecuentes en sus composiciones bíblicas.
El arte en la España del Quijote, Ciudad Real, Empresa Pública Don Quijote de la Mancha 2005, 2005, p.212, nº44