San Lorenzo
1632. Óleo sobre lienzo, 205 x 115 cmDepósito en otra institución
Aunque se catalogó como representación del diácono y mártir San Vicente, la presencia de la parrilla y de la bolsa de los dineros ha fijado la iconografía del joven administrador de los tesoros de la Iglesia. La figura del santo diácono, revestida de rica dalmática en la que destaca la Virgen madre, tomada de un grabado de Durero de 1519, se presenta desde un punto de vista bajo que favorece la impresión de monumentalidad, recurso utilizado también en ocasiones por Cajés, aunque el canon usado por éste sea mucho más estilizado. Esta composición, que muy acertadamente se ha vinculado con modelos escurialenses, puede también relacionarse con las figuras de los Padres de la Iglesia que Zurbarán pintó para el convento sevillano de San Pablo; sin embargo, mientras que en el maestro extremeño el modelado de la luz y lo apretado de la pincelada otorga a las figuras un carácter casi escultótico, el San Lorenzo de Fernández produce una mayor sensación de ligereza gracias a lo deshecho y esponjoso de la pincelada que borra la nitidez de los contornos. Pese a alguna torpeza en el dibujo -el brazo derecho, que sujeta el libro es notablemente corto en relación al izquierdo- lo delicado de la actitud y la profunda espiritualidad que emana del rostro del santo, además de la riqueza del colorido, hacen de este lienzo obra fundamental dentro de la producción de su autor (Texto extractado de Urrea, J.: Pintores del reinado de Felipe III, 1993, p. 70).