San Roque
Segundo cuarto del siglo XVII. Óleo sobre lienzo, 193 x 142 cmDepósito en otra institución
El fuerte carácter veneciano, la riqueza de color y la ligereza de factura permiten conectar esta obra con la producción de Diego Polo. El aire monumental, sólido y macizo de la figura, que ha podido hacer pensar en Navarrete el Mudo, se relaciona con El Escorial. Es de suponer que Polo no solo prestase atención a la obra de Tiziano, sino que necesariamente hubo de ver y estudiar todo lo que encontrase en consonancia con su sensibilidad, tan veneciana. Ante todo, sin duda, las monumentales figuras de apóstoles que el Mudo pintó en los altares de la basílica, que supieron recoger también, con originalidad y personalidad indudables, la lección de Tiziano, cuarenta años antes de que Polo trabajase en El Escorial. El tratamiento del manto de San Roque, en planos más lisos que la blandura de la túnica del ángel, subrayados los bordes por pinceladas más claras, permiten indirectamente corroborar la atribución del San Jerónimo penitente del Museo del Prado (P6776), que podría venir a ser como una última fase, más decantada y sintética, menos estrictamente ticianesca, en la breve producción del artista.
Pérez Sánchez, Alfonso E., Diego Polo. Archivo Español de Arte, 1969, p.52-53, lám. 9