Santa Catalina
Hacia 1510. Óleo sobre tabla, 212 x 112 cm. Sala 025Es esta una de las obras femeninas más emblemáticas del Renacimiento español y la más conocida dentro de la producción de Yáñez de la Almedina. Ambas consideraciones se deben a la proyección que el Museo ha brindado a la obra, icono imprescindible de las salas de pintura española del XVI, desde que llegara oficialmente a la institución en 1946. Según la Leyenda Dorada, el libro de Jacopo de la Vorágine, santa Catalina de Alejandría era una joven princesa llena de sabiduría y virtud entregada al amor de Dios. La bella muchacha rechazó el matrimonio con el emperador Maximino y encontró por ello un largo martirio en el que le fueron amputados los dos pechos y padeció el suplicio en la rueda dentada y la decapitación. Los distintos episodios de la leyenda fueron representados con asiduidad, a menudo a modo de secuencias narrativas en donde los creyentes podían seguir los heroicos episodios de la santa. Esta forma de representación, propia del mundo gótico, pervivió en nuestro país a lo largo del Siglo XVI, pero Yáñez, asumiendo plenamente las nuevas fórmulas del Renacimiento italiano, optó por una imagen de santa Catalina sin componentes narrativos, sólo sugeridos por medio de la presencia de los atributos de la santa: la espada de la decapitación, un fragmento de la rueda torturadora, la noble corona que señala su cuna, la palma del martirio y el libro que acredita su sabiduría. Se percibe sobre todo una figura monumental y serena que entronca directamente con la obra de Leonardo da Vinci. La corpulencia escultórica de la figura, marcando una poderosa vertical contrarrestada elegantemente por los armónicos movimientos de los brazos, es rasgo característico de Yáñez, quien sigue en ello a Perugino. Toda la figura presenta gran claridad conceptual que se subraya por una iluminación límpida y calma que proclama la captación de un momento único y eterno. Al igual que el modelo femenino, la arquitectura del fondo será nuevamente retomada en otras ocasiones. Extraída de modelos florentinos, sugiere el regio entorno de la santa, potencia la monumentalidad de la figura y define la composición y el espacio. Destaca en esta representación la rica vestimenta con que se cubre la santa, una hermosa y sorprendente conjunción de elementos italianizantes y nativos: desde la morisca tela de la túnica, decorada con grandes letras cúficas y nesjíes y ceñida por un lujoso cinturón, hasta la vistosa gargantilla de perlas de la que pende un espléndido joyel renacentista. Esta tabla debió realizarse en Valencia, durante el primer periodo conocido de la producción de Fernando Yáñez una vez en suelo español tras su formación italiana; esas fechas se corresponden con el periodo 1505 y 1510. La tabla fue adquirida por el Estado en 1946, procedente de la colección del marqués de Casa-Argudín (Texto extractado de Ruiz, L.: El Greco y la pintura Española del Renacimiento. Guía, Museo Nacional del Prado, 2001, pp. 22-24).