Una escena de la Inquisición
1859. Óleo sobre lienzo, 52 x 43 cm. No expuestoSe trata del boceto preparatorio para un cuadro de mayores dimensiones que se conservaba en 1866 en la familia del pintor.
A su regreso a Madrid tras su estancia romana y después en París, Víctor Manzano ya había experimentado una nueva forma de representar el espacio en los cuadros de asunto histórico, a través de la captación de la densidad atmosférica en una estancia cerrada en penumbra, tal como demuestra en este lienzo abocetado pintado en 1859. En la escena las figuras se desenvuelven entre las sombras de una lúgubre capilla, concebida la arquitectura interior de la estancia como una verdadera caja escénica de marcada fuga, sumida en una profunda penumbra, sutilmente bañada por las velas del altar del fondo, que envuelve a los personajes tenuemente graduados en su iluminación. Entre ellos se destaca con claridad el cuerpo desnudo de la joven víctima del inminente tormento, resaltadas sus carnaciones por el manto blanco que la descubre y en el que se concentra la luz para destacar así inequívocamente a la protagonista del episodio a través de este recurso cromático. Se trata, de esta forma, del reflejo de las conquistas que venían preocupando desde hacía años a algunos pintores españoles que se habían formado en Roma, fundamentalmente en la interpretación verista del aire interpuesto en un espacio interior a través del manejo de la luz en composiciones de argumento cuajadas de figuras (Texto extractado de Díez, J.L.: "Eduardo Rosales y la conquista del realismo por los pintores españoles en Roma", Del realismo al impresionismo. Galaxia Gutenberg-Círculo de Lectores, pp. 87-88).