Educado en la tradición manierista romana, Giuseppe Cesari -conocido como Il Cavaliere d’Arpino- evolucionó a lo largo de su carrera hacia un lenguaje más naturalista, pero sin desprenderse de la gracia artificiosa que caracterizó el arte de su etapa formativa. Esta obra, ya de su madurez, da buena cuenta de ello, al unir en las figuras sagradas cierta dulzura con un riguroso dibujo.
Según la antigua inscripción italiana al dorso -Leonardo da Vinci. N.88-, en algún momento se pensó que el dibujo era de este artista. Pero, por su estilo, parece deberse a Giuseppe Cesari o a un seguidor cercano.
Desde su ingreso en el Prado en 1931, el dibujo se ha mantenido bajo la atribución al pintor francés Jacques Blanchard (1600-1638) quien, aunque desarrolló la mayor parte de su actividad artística en Lyon, estuvo en Italia en 1624-28, visitando Roma y Venecia entre otras ciudades. No se conservan obras del periodo italiano de Blanchard, aunque algunas aparecen citadas en las fuentes documentales,
La figura arrodillada, con los brazos alzados y sosteniendo una guirnalda; a su derecha, medallón decorativo, ligeramente abocetado.El dibujo, de gran calidad y atribuido por inscripción del siglo XIX a Benedetto Castiglione, tal vez por el tema, sería preparatorio sin duda para la decoración de un friso con figuras de sátiros sosteniendo guirnaldas y medallones en los que irían representadas esce
Brazo y mano izquierda de figura masculina, en actitud de señalar. El dibujo, de excelente calidad y anónimo en el Museo, lleva una anotación de G. Scavizzi que lo considera de mano de Andrea Lilio. Es indudablemente obra romana de principios del siglo XVII y por su técnica y características está cerca del Caballero de Arpino. La energía de los trazos del contorno y el modo de hacer los paños coin
Aparecen los Profetas en pie, de frente, el de la izquierda lleva la cabeza cubierta por el manto, sostiene en sus manos el libro y la pluma; el de la derecha, calvo, sostiene contra su cintura unas tablas escritas.Este dibujo junto D02112, atribuidos ya de antiguo al Caballero de Arpino, debieron de formar parte de una serie de profetas y ser preparatorios para grabados. Indican esta finalidad la
Aparecen los Profetas en pie, de frente, vestidos con amplios ropajes; el de la izquierda lleva un rollo en sus manos, el de la derecha un libro. Este dibujo junto D02112, atribuidos ya de antiguo al Caballero de Arpino, debieron de formar parte de una serie de profetas y ser preparatorios para grabados. Indican esta finalidad la perfecta y esmerada terminación de las figuras, los contornos repasa
Arpino, hijo de un modesto pintor de de exvotos, llegó a Roma muy joven, trabajando con los pintores que en ese período decoraban el Vaticano. Formó parte de la Academia de San Lucas y su precocidad artística se revela en los numerosos encargos que realizo por entonces con relativa independencia. Trabajó en Nápoles para la Cartuja de Martín y a su regreso a Roma el pintor llegó rodeado de una fama