A su regreso de Nápoles, para manifestar que era soberano de todos sus súbditos, en lugar de desembarcar en Valencia o Cartagena, más próximas a Madrid, Carlos quiso hacerlo en Barcelona. Esta no era ya la ciudad rebelde de la Guerra de Sucesión, pero aún perduraba en ella el recuerdo de sus enfrentamientos. La acogida fue entusiasta: tres días de galas, audiencias y luminarias, con decoraciones e