Esta escultura, de gran sutileza, en la que Hebe aparece portando la copa del néctar divino a Zeus es una iconografía menos habitual. Mantiene todas las características del modelo original, en cuanto a esa sensación volátil y ligera, como si no pesara, incrementada por el dinamismo del movimiento de la vestimenta por el viento, y una gracia y armonía general, base de la búsqueda de la belleza idea