Esparcidos por la habitación vemos un gran tambor y fragmentos de varias armaduras -una de las cuales todavía permanece sobre su percha-, mientras pistolas y arcabuces cuelgan de la pared, en la que se apoya también una bandera. Al fondo, varios hombres, quizás soldados de paisano, fuman y beben. Abraham Teniers repite con escasas variantes alguna de las célebres composiciones de su hermano, el fa