Según el Evangelio de Juan (19, 34), la herida que muestra Cristo en el costado le fue infligida después de su muerte. Los dos ángeles, azules en su totalidad, son aparentemente querubines. San Juan Evangelista se adelanta para sostener a la Virgen dolorosa, quien, de rodillas y abrazando la cruz, tiene la boca muy cerca de la sangre que mana de las heridas de los pies de Cristo. Las tres mujeres