Vestido con el típico sayal de los franciscanos, sujeto por el rústico cordón con los tres nudos significativos de los votos de pobreza, castidad y obediencia. Sostiene en su mano un crucifijo, mientras que se aprecian visiblemente las llagas en su propio cuerpo. En esta ocasión la representación del santo no trata de acercarse a la descripción hecha por su biógrafo Tomás de Celano que habla de un
Este lienzo forma parte de un conjunto integrado por seis pinturas apaisadas: Susana y los viejos (P386), Esther ante Asuero (P388), Judith y Holofernes (P389), La reina de Saba ante Salomón (P394), José y la mujer de Putifar (P395) y Moisés salvado de las aguas (P396), con un mismo esquema cromático, una acentuación general del dibujo en superficie y un ritmo de formas curvas que enlaza un cuadro
Paisaje con grupos de pastores y caminantes; a la derecha, un río o laguna con barcas y pescadores; fondo montañoso con vista de un pueblo fortificado. Las figuras de esta obra (así como las de las obras P1371 a P1379) se atribuyen a Peeter Bout.
La identificación de este personajes se basa únicamente en la lectura de la inscripción que aparece en el papel o súplica que sostiene en su mano izquierda, en el que actualmente tan sólo se puede leer con cierta claridad: .uan...tillo. Tal vez ante la contemplación de este individuo no deba pensarse en uno de esos bufones de palacio, sino en algún otro empleado que, eso sí, cargado con su limitac
Una de las características del catálogo de Ribera es la existencia de una serie de temas que repitió con frecuencia a lo largo de toda su carrera. San Bartolomé, la Magdalena, san Jerónimo, etc., aparecen una y otra vez, y en algunos casos permiten por sí solos asistir a la evolución de su estilo pictórico. Uno de esos personajes recurrentes fue san Sebastián, a quien representó bien en la escena
Se trata de la composición más sobria de todas las versiones de la Inmaculada pintadas por Rizi, tal y como señaló Ángulo (1962). Su silueta evoca desde luego la de Ribera que se conservó en San Pascual de Madrid y que fue estudiada y copiada ampliamente por los pintores madrileños (Pérez Sánchez, 1974, p. 248) aunque en la posición de los cuernos de la luna dirigidos hacia abajo, siga el modelo d
San Francisco recibe en la orilla a un joven que, vestido con hábitos negros, golilla y sombrero, es traído por Cristo por encima del agua. Al fondo, una barca, y un ribazo con dos figuras.El lienzo procede del Convento Carmelita de San Hermenegildo de Madrid, donde Ponz lo cita como de Cabezalero, sin describirlo, hermanado con otro, hoy en la Pinacoteca de Munich, que se halla, sin embargo, firm
Las representaciones de galerías de pintura se popularizaron en los Países Bajos a principios del siglo XVII. La exhibición de pinturas y otros objetos artísticos o naturales fue en sus inicios una manera de evidenciar la elevada situación social de una clase eminentemente burguesa con fuertes deseos de ennoblecimiento. En muchos casos, tales obras no mostraban rigurosamente la colección del comit
En 1724, Antonio Palomino, que fue discípulo de Juan Carreño de Miranda, incluyó la biografía de su maestro en su Parnaso español pintoresco y laureado. La cercanía entre ambos convierte ese escrito en una obra de gran calidad informativa, pues pudo obtener la información de primera mano. Allí escribe: Son también de su mano (aunque a los principios) los dos cuadros de los colaterales de la iglesi
Margarita (1651-1673) era hija de Felipe IV y Mariana de Austria, y se casó con el emperador Leopoldo I a finales de 1666. El hecho de que la infanta Margarita vista de viuda fecha este retrato entre septiembre de 1665 -cuando murió su padre- y su boda en diciembre de 1666. Más concretamente, debe ser posterior al 8 de noviembre de 1665, cuando Carlos II recibió el toisón de oro que luce al fondo
Tan atractivo y singular bodegón, característico de la escuela española de mediados del siglo XVII, que inicialmente se pensó pudiese ser de la mano de Antonio de Pereda debido a sus similitudes con dos lienzos conservados en el Museo de Arte Antiga de Lisboa de tal autor, firmado y fechado en 1651. No ha encontrado todavía una atribución convincente, aun cuando las conexiones con las creaciones d
Este lienzo y sus compañeros (P586 - P590), proceden del Convento de San Felipe el Real (Madrid). Ingresaron en el Museo del Prado procedentes del Museo de la Trinidad. Atribuidos tradicionalmente a Francisco Antolínez, Angulo no los cree suyos, sino de un artista aún anónimo, cuyo estilo está entre Antolínez, Arteaga y Juan Alfaro.
Contamos con sólo dos ejemplos de la producción de tema floral del Labrador (otra obra similar, firmada en el anverso, Jarra de flores, 1636, en colección particular) aunque fue muy alabada por los críticos que se ocuparon de él. Por indicación de sir Arthur Hopton comenzó a pintar flores a partir de 1635, representándolas en composiciones exentas o incluyéndolas en otras más complejas. Esta senci
Tan atractivo y singular bodegón, característico de la escuela española de mediados del siglo XVII, que inicialmente se pensó pudiese ser de la mano de Antonio de Pereda debido a sus concomitancias con dos lienzos compañeros conservados en el Museo de Arte Antiga de Lisboa de tal autor, firmado y fechado en 1651, no ha encontrado todavía una atribución convincente, aun cuando las conexiones con la
Margarita de Austria (1651-1673) era hija de Felipe IV y de Mariana de Austria. Cuando Mazo la retrató estaba prometida al emperador Leopoldo de Austria, con quien se casaría en 1666. En esta obra el pintor demuestra grandes deudas, desde el punto de vista de la composición y del color, con su suegro y maestro Velázquez, a quien con frecuencia se ha atribuido el retrato. El hecho de que Velázquez
Las figuras de esta obra se atribuyen a Peeter Bout.