Posiblemente relacionado con la serie de cuadros realizados por el autor sobre la novela picaresca Gil Blas de Santillana (1715/1735), de Alain-René Lesage (1668-1747).
El gato en sus distintas actitudes fue un motivo de representación habitual entre los pintores españoles del siglo XIX, conservándose numerosos ejemplares dibujados. Domingo Marqués pintó esta minúscula obra durante sus años de estancia en París. Se centra en la cabeza de un gato de pelo blanco con manchas marrones y grises en torno a las orejas que duerme sobre un tejido estampado en tonos rojizo
La escena tiene lugar en el Parc de Monceau en el Distrito VIII de París. Al fondo, el Barrière de Chartres de Claude-Nicolas Ledoux (1736-1806).Pintado en París en los mismos años en que se desarrollaba el movimiento impresionista y postimpresionista, este lienzo permanece en realidad insensible a las audacias de los nuevos maestros y se inscribe en una línea de rigurosísimo realismo fotográfico.
Aunque en el lienzo parece tener más importancia el paisaje –tratado con notable vivacidad luminosa- que el motivo infantil, éste da título a la composición y demuestra el interés por la menuda e intrascendente anécdota. El niño ha resbalado y caído a tierra, mientras que las manzanas –quizás robadas- ruedan por el suelo y el compañero contempla, con cierta sorna, el incidente.
La pieza está montada sobre un cartón con un esbozo de iglesia con dos jóvenes (D08757).
En una humilde habitación se encuentra una mujer sentada, junto a una máquina de coser, "sin labor" que realizar, expresando en sus gestos la desesperación contenida que esto le produce. Participó en la Exposición Nacional de Bellas Artes de de 1890 en la que obtuvo la 2a medalla.
Retrato de busto, muy simple, con el personaje en posición casi frontal y con la mirada fija en el espectador.Miembro destacado de la generación que protagonizó el fuerte renacimiento de la escultura catalana de la segunda mitad del siglo XIX, Joan Samsó i Lengly nació en 1834 en la villa de Gracia, cuando ésta era todavía un municipio independiente de Barcelona, y moriría en 1908 en Madrid, donde
Un santero, con una imagen del niño Jesús, se refresca en la ventana de una taberna antes de seguir su camino. El título hace referencia a la expresión utilizada para apurar un vaso de vino cuyo fondo estaba decorado con una imagen de Cristo. (Texto extractado de: Pintura del Siglo XIX en el Museo del Prado: Catálogo General, Madrid: Museo Nacional del Prado, 2015, p. 214).
El tema infantil ocupa un lugar significativo en la obra de Ignacio Pinazo, siendo parte fundamental de su producción los retratos pintados a partir del nacimiento de sus dos hijos José (1879) e Ignacio (1883), en los cuales se plasmará la evolución de los dos niños. En este cuadro el retratado es Ignacio, en camisa con el hombro descubierto sobre un fondo de tono oscuros que remiten a su ascenden
A finales del siglo XIX y en los inicios del XX los salones de la burguesía se ambientaron, sobre todo, con ejemplos de un realismo moderna, ecléctico y con matices idealistas en el marco de la tradición académica. Uno de los representantes de aquella tendencia dominante fue el leridano Jaime Morera y Galicia, discípulo predilecto de Carlos de Haes, que defendió su estética situándose en el términ