La representación capta el momento en el que una niña se acerca al lecho de un abandonado y convaleciente marinero con una taza humeante que, ya anciano, se incorpora dolorido y cansado para recibir los cuidados de su nieta que parece el único desahogo de sus últimos días. Al fondo, una mujer, seguramente madre de la niña e hija del marinero está discretamente parada en el quicio de la puerta, con