Esta tabla y sus compañeras, junto con otras tres, perdidas, procede del claustro alto del monasterio de Santo Tomás de Ávila, y seguramente en su origen formaron parte de dos retablos dedicados a santo Domingo de Guzmán y a san Pedro Mártir de Verona. Cruzada Villaamil vio todavía los recuadros de yeso en la galería. Para la elaboración de los ciclos de imágenes representados en los retablos del
En la Edad Media se recurría a la "prueba del fuego" para establecer la verdad, con lo que el milagro primaba así sobre los argumentos racionales. Santo Domingo hace depositar sobre el fuego uno de sus libros y otro de los doctores albigenses para demostrar los errores de su doctrina. Prodigiosamente, el del santo se eleva sobre las llamas, que consumen el de los herejes. En medio se encuentra la