Esta obra es la primera de gran formato pintada por Paret. Con ella demuestra que desde muy temprano en su trayectoria domina la composición en perspectiva y con numerosas figuras, además de haber desarrollado ya su modo de pintar característico, preciosista y tendente a un cromatismo de gama fría de apariencia nacarada. La hizo a instancias de su protector, el infante don Luis, probablemente como