El Árbol del Bien y del Mal, con la serpiente enroscada en su tronco, colocado en el plano medio, en el centro del espacio compositivo, divide la escena en dos mitades simétricas. Delante del árbol Eva ofrece la manzana a Adán, mientras los numerosos animales siguen conviviendo todavía en paz y armonía, ajenos al inminente fin del Paraíso. La radiografía revela significativos cambios compositivos