Aunque para esta primera redacción Jacopo tomó elementos de obras tempranas como el joven que asoma tras la columna, presente ya en 1536 en La fornace ardente (Bassano del Grappa, Museo Civico), su mayor deuda fue hacia la Expulsión de los mercaderes del Templo de Stefano Cernotto (Venecia, Accademia, depósito en la Fundación Ceni). Cernotto, de origen dálmata y activo en Venecia entre 1530 y 1545
Con una originalidad indudable, el presente bodegón muestra en primer término, e incluso derivando al segundo, varias ostras, pormenor relativamente infrecuente en los cuadros que pintó Meléndez; junto a ellas unos dientes de ajo y un plato de loza decorada, probablemente talaverana, completan la línea del plano más próximo al espectador. Detrás, y acusándose con poderoso volumen, un enorme perol
Sobre una mesa parcialmente cubierta por un mantel verde, el pintor ha dispuesto un luminoso paño blanco, delicadas jarras de orfebrería y copas de cristal que reflejan la luz, una fuente con jamón, panes y un gran cesto con melocotones y diversos tipos de uvas. No falta tampoco un limón a medio pelar, habitual en los bodegones nórdicos. Al fondo, un gran cortinaje rojo y una galería con columnas.
Al poco de su muerte se recordaba que Alenza recorría como Goya los barrios bajos de la Corte, las tabernas, los ventorrillos de las afueras, las casillas del río, observando las fisonomías, trajes, maneras y usos populares para trasladarlos a sus cuadros. A esos suburbios madrileños ha de corresponder la ambientación de este lienzo que se halla entre lo mejor de su producción. Pintado en 1844, en
Sobre la mesa se suceden varios recipientes de barro, un hornillo portátil, un almirez de bronce y dos pimientos. Junto a ella, un muchacho mira hacia el exterior del cuadro. En la parte superior, cuelgan un embutido y un conejo. El niño y los objetos están elaborados con una técnica naturalista que explora las posibilidades descriptivas de los contrastes entre luces y sombras, y que es especialme
Murillo, como muchos otros pintores españoles del siglo XVII, fue muy sensible a la influencia de Ribera, cuyas obras, aunque realizadas en Nápoles, abundaban en las colecciones españolas. Ésta es una de sus pinturas en las que se advierte más claramente este influjo, que se manifiesta tanto en el esquema general de la composición como en la iluminación esencialmente claroscurista o en el gusto po
Domina la composición un gran paisaje de invierno, identificable tanto por lo inerte de la vegetación como por la nieve que cubre montes y valles o la que sigue cayendo. La acción en sí misma también orienta sobre la fecha, pues lo que representa es a los pastores que acuden a adorar al Niño Jesús en los días cercanos al solsticio de invierno. Son hombres y mujeres que llevan regalos en cestas y s
Copia antigua de un original de Murillo conservado en colección particular que representa a una anciana de medio cuerpo con un huso entre sus manos, mientras mira de frente. Hay que poner este personaje en relación con la obra de Velázquez, en cuyas pinturas sevillanas aparece, después de haber asumido las influencias locales de las pinturas flamenca e italiana. Velázquez supo introducir en el ámb
Esta pequeña tabla se organiza en un primer plano ampliamente alargado en el que se disponen las seis figuras que componen la escena. Aparecen, de izquierda a derecha, Santa Isabel con San Juan Bautista Niño, Santa Catalina que ocupa la parte central izquierda, mientras la derecha se reserva a María con Jesús en sus brazos, que pone el anillo de esponsales místicos a la santa. La última figura de
Dos niños juegan junto a un árbol, uno sujeta una rama, mirando hacia lo alto, como para sacudirla con fuerza, mientas el otro, al fondo, lleva una cesta, tal vez para recolectar frutas o huevos de pájaros recogidos por su compañero. Su formato vertical, elevado en altura, revela que estaba destinado a una rinconera, junto a una puerta o ventana, como el cartón del Muchacho del pájaro (P00790 ).El
Este lienzo es uno de los pocos ejemplos de pintura mitológica clásica con personajes desnudos que se realizaron en España durante el primer tercio del siglo XVII. Representa un episodio más de los relatos que sobre los amores de Júpiter pueden encontrarse en los textos de Ovidio. Aquí se representa una de las argucias utilizadas por el padre de los dioses del Olimpo para conseguir el amor de Leda
Forma parte de la serie de bodegones reunidos por el futuro Carlos IV de España y María Luisa de Borbón-Parma cuando aún eran príncipes de Asturias, para su Gabinete de Historia Natural del Palacio Real de Madrid. La documentación no llega a ponerse de acuerdo en la cantidad de obras realizadas por Meléndez para esta serie, barajándose un número entre treinta y siete y cuarenta y cinco pinturas. E
Desde un punto de vista temático y compositivo, la obra tiene como puntos de referencias los bodegones del italiano Jacopo de Empoli y del castellano Alejandro de Loarte. A partir de esas soluciones ajenas, Hiepes creó una composición inequívocamente personal. Así, a pesar de que los animales exhibidos pertenecen a especies diferentes, el pintor ha sabido subrayar la simetría, colocando en el cen
Forma pareja con El nacimiento de la Virgen (P1038), y ambos fueron realizados en 1603 para el oratorio privado de la reina Margarita en el Palacio Real de Valladolid, donde tenía su sede la Corte en esos años. En ellos se aprecia una mezcla de narración sagrada y vida cotidiana muy característica del Siglo de Oro, pues varios de los personajes que interpretan el papel de pastores son miembros de
Este dibujo puede relacionarse con la producción del artista en fechas próximas a su etapa como ayudante de Carreño de Miranda. En lo relativo a la técnica, sigue todavía el empleo del lápiz negro blando y el sombreado mediante trazos paralelos de diferente intensidad que empleaban Carreño o Rizi, si bien los modelos de los niños anuncian los que utilizará en obras posteriores, como los angelitos
El título de la Celestina y los enamorados, por el que es conocido este dibujo, tan solo revela una parte de la escena que Paret representa con extraordinaria precisión y minuciosidad, como es característico en su obra. Gaya Nuño ya señaló que la vieja tenía apariencia de bruja, como denotan algunos de los objetos dispuestos a su alrededor. Pero más que ante una bruja nos encontramos ante una hech