El personaje es representado de medio cuerpo y ante un fondo oscuro. El artista tradujo de forma magistral el rostro y las manos del anciano e insistió en los detalles fisonómicos, pero materializándolos con su característico sfumato, en el que se detecta el eco de Leonardo por el que se vio influido a partir de 1520. Atribuido con anterioridad a Hans Holbein, en la actualidad se juzga de mano de
Una de las facetas más destacadas de la producción de Velázquez la forma su amplia galería de bufones, enanos u hombres de placer que servían para entretener los ocios del rey de España y su corte. Aunque es cierto que el sevillano no fue el único artista que se ocupó de su representación, sí es verdad que ninguno antes o después que él se acercó al tema de una manera tan frecuente y con un tratam
El 29 de agosto de 1626, Vicente Carducho (c. 1576-1638), pintor del rey Felipe IV, firmó el contrato por el que se comprometía a realizar el ciclo pictórico que celebraba la fundación de la Orden de los cartujos por san Bruno y sus principales miembros, una empresa colosal con la que se pretendía plasmar visualmente diversos episodios de la historia y tradición cartujanas. Se trataba del encargo
Cuando estaban enterrando al señor de Orgaz (m. 1323), en la iglesia de Santo Tomé de Toledo, se aparecieron san Agustín y san Esteban quienes, sosteniéndolo el primero por la cabeza y el segundo por los pies, lo depositaron en el sepulcro. Muy distinto al famoso cuadro del Greco, su formato apaisado permite a Meléndez plantear un gran espectáculo al modo teatral, visible al descorrer los cortinaj
La identificación de este personajes se basa únicamente en la lectura de la inscripción que aparece en el papel o súplica que sostiene en su mano izquierda, en el que actualmente tan sólo se puede leer con cierta claridad: .uan...tillo. Tal vez ante la contemplación de este individuo no deba pensarse en uno de esos bufones de palacio, sino en algún otro empleado que, eso sí, cargado con su limitac
Probablemente se trata del retrato de la barbuda de Peñaranda que aparece entre los cuadros que el pintor Juan Sánchez Cotán (1560-1627) dejó a Juan Gómez en 1603. Otro retrato de la barbuda de Peñaranda se cita en 1629 en la colección de Pedro Salazar de Mendoza. Ambos cuadros estaban en Toledo y es muy probable que se tratara del mismo. Su identificación con el ejemplar del Museo del Prado se ba
Las dudas existentes sobre la datación de esta obra se incrementan tras la identificación del personaje, documentado en las cuentas del entonces príncipe Felipe desde 1544 como Pero Hernández de la Cruz, llamado Perejón, uno de los dos Pericos que le sirvieron como hombres de placer. El inventario del Alcázar de Madrid de 1636 lo corrobora al mencionar el defecto físico que le aquejaba: otro retra
Herodes y Herodías, situados a la derecha de la composición, están sentados a una mesa concebida en escorzo por el pintor. Ambos contemplan, en el caso del rey con estupor, cómo Salomé les presenta en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista, obtenida como recompensa a su danza (Marcos, 6 21-29). El último término está ocupado por arquitecturas iluminadas con habilidad, de indudables reminiscenci
Esta obra forma parte del conjunto de 27 pinturas sobre la "Vida de San Agustín", que decoraba el claustro principal bajo del Convento de San Felipe el Real (Madrid). Dicho conjunto fue encargado a José García Hidalgo, que lo realizaría, al parecer en colaboración no muy bien determinada con Alonso del Arco, entre 1663 y 1711. Las obras hasta hoy relacionadas con este ciclo pertenecientes a los fo
Tras la muerte de Velázquez, Carreño (1614-1685) se reveló como su más legítimo continuador en la representación de los monstruos, bufones y enanos que pululaban por la corte española. Los inventarios citan en el Alcázar un abundante número de retratos suyos de este tipo, entre los que se encuentran los dos de Eugenia Martínez Vallejo (éste y el P646, donde aparece vestida), el de El bufón Francis
Durante siglos, la presencia de seres deformes en el entorno de reyes y personas principales fue habitual, tanto en España como en la mayoría de las cortes europeas. Eran vistos como individuos excepcionales, anormalidades de la naturaleza cuya exhibición se convertía también en su forma de vida. Solían ser retratados para dejar testimonio de su extraordinaria apariencia y, más aún, como prueba de
La representación de enanos y bufones, de la que Velázquez fue su principal cultivador, no es un género de creación española. Existen antecedentes en las escuelas europeas, especialmente la italiana y la flamenca, aunque quizá sea el maestro sevillano quien trate a estos personajes con más delicadeza y cariño. La escena se desarrolla en una estancia palaciega con las puertas cerradas. La profundid
David se hallaba con sus hombres en la montaña y envió al sanguinario Nabal un destacamento para pedirle comida. Ante su negativa, David ordenó a su ejército destruir su casa. Abigail, esposa de Nabal, cargo varios asnos con vituallas y se postro ante David para solicitar su clemencia (Samuel I, 25: 2-42). La presente pintura suscita numerosos interrogantes relativos a su destino en los palacios r
La forma habitual de reclutar en la Corte a los locos era sacarlos de las instituciones destinadas a dementes, como las que existían en Toledo, Sevilla, Valencia o Valladolid. En esta ocasión Francisco Bazán procedía de la casa de Gracia, de Zaragoza, y fue a Madrid en 1677, favorecido por don Juan José de Austria, quien le hizo llamar. Se le conocía como "Ánima del Purgatorio", por repetir de con
El retrato sedente, con las piernas hacia el espectador, subraya la cortedad del personaje, cubierto con una indumentaria de rico cromatismo, en la que destacan los rojos y los verdes. Esa riqueza cromática, la soltura técnica, la ubicación del modelo en un espacio indeterminado, sus puños cerrados, o la mirada directa e inquisitiva que dirige al espectador, convierte esta obra en uno de los retra