La retratada viste traje de máscara en seda encarnada, con sobrefalda en raso nacarado, rameado y con ribetes de piel, bajo un abrigo rojo y dorado, a juego con el fantasioso copete que luce sobre la cabeza; en la mano diestra sostiene una máscara negra; la figura se ubica en una galería, a través de la cual se ve el celaje y unos árboles y que permite al autor, además de crear ese punto de fuga,