Excepto algunas variantes (la ventana abierta a un paisaje o el rostro de la Virgen), esta pintura reproduce la composición de un grabado de Martín Schongauer, motivo que explica su conexión estética con producciones de la zona de Alsacia y el Alto Rin. Al igual que el Maestro de La Sisla, otros pintores activos en España a finales del siglo XV se inspiraron en los grabados del maestro germano. Pr
Salvo el paisaje, de gusto nórdico, la obra reproduce, a menor escala, un estado intermedio de la ejecución de la Santa Ana de Leonardo da Vinci, posiblemente durante su segunda estancia milanesa. Documenta detalles que él había proyectado en el original y después modificó. Asimismo, el copista simplificó algunos elementos, como haría después Leonardo en el prototipo.
San Miguel, armado con espada en la mano derecha, escudo en la izquierda y vestido con manto rojo, arremete contra el dragón, símbolo del Pecado. En la parte alta de la composición se representan tres coros angélicos, mientras detrás del santo se desarrolla la lucha de los ángeles buenos con los rebeldes, algunos de los cuales representados ya como horribles monstruos, símbolo del Mal. Pese a su o
Pintura encargada por Jacopo Basilio para el Monasterio de Santa Maria dello Spasimo en Palermo, de donde deriva su nombre popular, El Pasmo de Sicilia, que refleja el interés de Rafael por la representación de estados físicos y psicológicos extremos. El tono retórico de la obra y su compleja pero clara composición, distribuida en torno a dos diagonales que convergen en la figura de Cristo, remite
De cuerpo entero, sentado en un trono de piedra ante el tapiz de brocado del centro, el apóstol se encuentra en un interior a modo de hornacina, rematada en su parte superior por una decoración lobulada de tracería gótica. El esquema utilizado se acerca al de La Virgen con el Niño, llamada la Madonna Durán (P02722) del Prado, obra de Weyden, aunque se diferencia de ella por la forma distinta que a
María, ricamente vestida, sostiene al Niño sobre el altar acompañada de José. Completan la escena Simeón y varias mujeres, una de las cuales lleva una cesta con dos palomas. Proviene, junto con otras cinco pinturas del mismo conjunto (P01254-P01259), del Monasterio jerónimo de La Sisla (Toledo).
El Padre de la Iglesia sentado, apoya el codo izquierdo sobre un libro que está sobre una mesa, junto con el crucifijo y la calavera; la pluma en la diestra y a los pies, el león. Antonio Campi, artista de varios registros, exhibió a lo largo de su carrera una satisfactoria combinación de rasgos manieristas y naturalistas perceptible en esta obra, donde la acusada torsión de la figura o el exagera
La Virgen María sostiene al Niño Jesús en su regazo sentada sobre un trono con San Jerónimo a la derecha vestido de cardenal, leyendo la Vulgata (la Biblia que él mismo tradujo al latín) y acompañado de su símbolo el león, y a la izquierda, el Arcángel Rafael con Tobías, quien sostiene el pez con el que sanará la ceguera de su padre. Esta obra es conocida como La Virgen del pez, y fue encargada po
La Virgen María visita a su prima Isabel embarazada de San Juan, según relata el Nuevo Testamento (Lucas 1, 39-45), momento en el que la Virgen entona el Magníficat. Las dos figuras se distinguen por su edad, María está representada como una muchacha joven mientras que Isabel, a la izquierda, es casi una anciana, resaltando el milagro de su estado de buena esperanza, según lo escrito en los textos
Con expresión resignada y las manos atadas, Cristo avanza ante un Pilatos de tez grisácea, elegantemente vestido. El cortejo que rodea a Cristo, fuertemente armado, presenta una gestualidad exagerada que subraya la violencia de la escena.Procedente de Yebes (Guadalajara), la pieza fue incautada por Junta de Incautación y Protección del Patrimonio Artístico en el año 1937. La pintura fue atribuida
La estancia de Correggio en Roma entre 1518 y 1519 condicionó poderosamente su pintura posterior, en la que se percibe el eco del último Rafael y del Miguel Ángel de la Capilla Sixtina, sobre los que Correggio moldeó, sin abandonar nunca a Andrea Mantegna y sobre todo a Leonardo, su personal y decisiva contribución al estilo clásico. De vuelta a Parma en 1520, Correggio centró su atención en decor