En esta obra el pintor pone en escena una multitud de aves cantoras. Éstas se posan en las ramas de un árbol que, en acusada diagonal, separa la llanura del bosque; recurso típico de las composiciones de conciertos y alegorías del aire de Brueghel. A escala diminuta, en un claro entre la maleza, se reproduce la tentación de Adán y Eva; un caballo, parejas de cuadrúpedos, tigres, ciervos, dromedari