Yo estuve cuando se empezaron a usar las técnicas para la investigación de obras de arte, como son los análisis de los pigmentos, o las radiografías que todos conocemos, es decir, todo ese material físico o químico aplicado a la obra de arte o a la pintura. Peco de vanidad, pero quiero decir que fue Gratiniano Nieto quien tuvo la idea de conectar con el Instituto de Restauración de Bélgica, donde en aquellos momentos estaba Paul Corevans, que era la gran figura estelar que se encargó de la restauración del Cordero Místico de Van Eyck, y al mismo tiempo fue el que consiguió resolver esa serie de falsificaciones de Vermeer de Delft [Han Van Meegeren] que son bastante conocidas. Por todo ello se le otorgó un premio al Instituto de Restauración de Bélgica, el cual Gratiniano Nieto tomó como modelo y creó ese instituto de restauración en España. Ese primer instituto de restauración estuvo aquí, en el Casón. Estuvo muy bien organizado hasta cierto punto, porque Gratiniano, con las prisas, llamó a distintos restauradores y no todos eran gente realmente preparada. Tengo que confesar que no toda la gente estaba preparada. Venían de distintos sitios, por lo tanto conseguí que se hiciera la Escuela de Restauración, y fue la primera vez que se hizo en estas salas modestas. Empezó a aparecer una serie de gente joven y a diferencia de lo que se creía posible, pues normalmente procedían de Bellas Artes, estos no procedían de Bellas Artes. Al contrario, su mentalidad no era la del artista creador, si no que era la del artífice que tenía que conocer la pintura y tener en su mano la seguridad de pintar. Lo importante era cómo salvar las obras de arte, era la consolidación de aquellas pinturas. Tienen que actuar de una manera más fría.
Consejero Técnico del Museo del Prado, se incorpora como conservador del departamento de Pintura Flamenca y Holandesa. También es catedrático de Historia del Arte Moderno y Contemporáneo en las Universidades Complutense y Autónoma de Madrid.
Entrevista realizada el 11 de junio de 2018