Cuando aprendí a distanciarme del Museo del Prado fue realmente durante la dirección de Checa Cremades. En aquel momento tuve fuerza para distanciarme del Museo y no sufrir mucho. Me distancié de una forma muy natural, y creo que ese distanciamiento lo logré con toda tranquilidad. Es el mismo que hay que tener para ese distanciamiento definitivo que supone la jubilación. Tienes que afrontar que eso es así. Solo espero tener salud, porque lo que me resultaría difícil es distanciarme de la salud. Me resultaría complicado, igual que nos resulta complicado entender la muerte, para lo que hay que prepararse desde joven, saber que está ahí. Eso es lo difícil, pero lo otro no tiene ninguna dificultad. El arte me va a seguir gustando. Tengo la tarjeta del ICOM (Consejo Internacional de Museos), que me permite entrar en todos los museos del mundo. Y en las iglesias pagando, porque ahora tienes que pagar para entrar en ellas. Intentaré ver las cosas desde donde me guste, y todo lo que me guste. No creo que me vaya a suponer nada.
Llega al Museo del Prado con una beca de la Fundación Juan March. En 1981 obtiene la plaza de Conservador de Dibujos y Estampas del Museo del Prado. Después es nombrada Subdirectora de Conservación e Investigación (cargo que desempeña entre 1981 a 1996) y vocal del Real Patronato (de 1991 a 1996). Hasta 2018 ha sido jefe de Conservación de Pintura del Siglo XVIII y Goya.
Entrevista realizada el 28 de junio de 2018