Al principio, cuando llegué al Museo, se utilizaba el hilo trenzado. Y se ha ido evolucionando desde ahí. Se empezó con la incandescencia y con la fluorescencia. En las salas que tenían cornisas se ponían en ellas tubos fluorescentes, de 2.15 metros. La centralización de reflectancias estaba en las paredes, para que no estuvieran encima de los cuadros. En esas salas se iluminaba con fluorescencia en las cornisas, con luz indirecta y luz natural. Después se empezó a iluminar con incandescencia, con los halógenos. Y así se ha ido iluminando hasta llegar a la actualidad, que se ha hecho el cambio de iluminación con la luz de led.
Cambiar para bien el Museo consiste en mejorar la iluminación, el sistema de seguridad, la robotización del propio Museo. De hecho, para la seguridad hay instaladas cámaras por todo el Museo. Y la iluminación puede ser controlada desde un terminal de ordenador. Se puede encender cualquier sala, cualquier punto del Museo. Quiero hacer mención porque esto se ha hecho gracias al esfuerzo de una persona de la plantilla, Ángel Morales, que se ha comprometido por propio orgullo, sin ser especialista en electrónica. Ha hecho que eso funcione y ha elaborado su propio sistema.
Comienza trabajando en el Museo como ascensorista, y desde 1988 ejerce de electricista.
Entrevista realizada el 28 de noviembre de 2017