Todo lo que es la entrada a Jerónimos, el puesto de venta, la cafetería; todo eso era una calle en la que entraban los coches y aparcaban. Ese era nuestro aparcamiento. Había jardines en toda la rampa, igual que los de la puerta de Goya hasta Jerónimos. Era eso, un descampado con jardines. Cuando comenzaron las obras en 1980 [el concurso fue adjudicado en 1975] fue cuando se cerró, se hizo el vaciado donde se instaló la sala de máquinas. Había una persona que llevaba una carterilla, se ponía donde estaba la cadena a las diez de la mañana, y se encargaba de abrir a todo el mundo que venía en coche y cobrarle la entrada, porque esa entrada realmente era para el aparcamiento y también para el Museo. Con la misma entrada podían acceder al Museo. Pero esa persona primero trabajaba en las calderas; era el calderero, se dedicaba de meter el carbón en la carbonera por la mañana y después salía con su carterilla a ser el portero en el aparcamiento.
Comienza trabajando en el Museo como ascensorista, y desde 1988 ejerce de electricista.
Entrevista realizada el 28 de noviembre de 2017