Yo creo que el director tiene que estar dentro del Museo. Todos los días, para acceder, el coche me dejaba en la puerta de Goya por lo que tenía que atravesar todo el edificio hasta llegar a los ascensores para subir a la tercera planta donde estaban las oficinas. A mí ese recorrido me resultaba muy interesante porque me iba fijando en todo y eso hace que tus recorridos sean más completos y más intensos. Te fijas en cosas de los cuadros que no te fijabas antes con tanta intensidad, como por ejemplo su estado de conservación, cómo está abarrotada una sala de gente, o cómo están colocados los cuadros, si están bien o están mal. De repente tienes una mirada más responsable que te ayuda a ver el Museo de una forma más completa, no solo como un turista accidental. Cuando entro en un museo ahora, me fijo si está mal la iluminación, si las condiciones ambientales no son las buenas… En fin, en muchas cosas que son muy importantes para el arte y que, si no estás confrontado con esa experiencia, probablemente te pasen desapercibidas.
Director del Museo del Prado desde 1993 hasta 1994, fue miembro fundador y patrono del Consejo de la Fundación Amigos Museo del Prado. Asimismo fue catedrático de Historia del Arte en la Universidad Complutense de Madrid, comisario de varias exposiciones y crítico de arte.
Entrevista realizada el 04 de octubre de 2018