El futuro no lo podemos saber. Para mí desde luego esto no es una empresa; es un centro de conocimiento. Y estos centros de conocimiento tienen que tener pérdidas. La cultura es deficitaria; la cultura tiene que ser deficitaria. Mi trabajo es un trabajo público, para todos los que van a venir y los que intentamos que vengan al Museo del Prado. Esa ha sido siempre mi idea: esto es de todos y para todos. Pero no solamente de los españoles, sino incluso del último coreano que se le ocurra venir al Prado. También es de él y tienen que sentirlo como tal, tenemos que ser accesibles.
Aunque hay que decir otra cosa: veo que, con el paso de los años, cada vez es más complicada la comprensión del arte. Saber qué es el arte es una de las cosas más difíciles que hay. Es realmente imposible. Muchas veces digo: “¿Pero por qué me tropezaría yo con Pérez Sánchez?”. Porque me hizo cambiar de idea que yo tenía. Yo quería estudiar hebreo, arameo, caldeo, es decir, las lenguas en torno al Mar Muerto. Esa era mi idea, eso es lo que yo quería hacer. Pero claro, aquel salto de Pérez Sánchez en la tarima de la clase y aquello que empezó a decir me hizo pensar que la historia del arte no estaba tan mal, y que el arte también era algo interesante. Digo esto porque con el paso de los años pienso que ojalá hubiera estudiado lenguas muertas, pues supongo solo habrá veinte personas en el mundo que las conozca. Digo veinte aunque puede que sean doscientas; pero nada más. A nadie se le ocurriría decir por la calle que conoce la gramática caldea. Sin embargo eso es lo que yo encuentro ahora: el arte es para mí cada vez más difícil, más complejo, más increíble; sin embargo veo que se habla de arte y se dicen unas barbaridades, que me hacen reír por dentro, aunque me pongo seria y escucho con tranquilidad. Pero pienso: ¿qué estamos haciendo? ¿Es posible enseñar esto? ¿Es posible hacer que las personas hablen caldeo? El arte es más difícil que el caldeo. Pues no lo sé. Entonces ¿estamos enseñando algo o lo estamos haciendo más difícil?
Llega al Museo del Prado con una beca de la Fundación Juan March. En 1981 obtiene la plaza de Conservador de Dibujos y Estampas del Museo del Prado. Después es nombrada Subdirectora de Conservación e Investigación (cargo que desempeña entre 1981 a 1996) y vocal del Real Patronato (de 1991 a 1996). Hasta 2018 ha sido jefe de Conservación de Pintura del Siglo XVIII y Goya.
Entrevista realizada el 28 de junio de 2018