Y en cuanto a cuadros, aquí en el Museo del Prado he sentido distintas emociones.
Recuerdo algo que me impactó muchísimo y no sé si era porque ese día estaba más sensible o por qué. Ocurrió cuando Rocío Dávila estaba restaurando el Cristo crucificado de Velázquez. Una tarde que tenía una luz especial y no era la cuestión religiosa, era el impacto de la pintura, es una cosa que te deja sin palabras, cómo el pintor ha podido hacer esto.
Cualquier cuadro que mires y sepas ver, te emociona. En verdad sí que te emociona y a veces hasta con alguna lagrimita.
Jefe del Gabinete de Documentación Técnica del Museo, conservadora del Cuerpo Facultativo de Museos. Ha trabajado en la Escuela de Restauración de Madrid y en el Laboratorio del Instituto de Conservación y Restauración. Ha participado en numerosas investigaciones y publicaciones.
Entrevista realizada el 20 de abril de 2018