Soy Manuel Montero, entré en el Museo el año 1986 a través de una oposición del Ministerio de Cultura. Aprobamos una plaza de vigilante de museos y nos destinaron al Museo del Prado. El Museo que encontré era bastante diferente al de ahora. El hecho de que hubiese mucho público y que fuese una tarde de verano, por ejemplo, significaba que en las salas de Goya, concretamente al lado oeste del edificio Villanueva, se tenían que abrir las ventanas o cerrarlas, porque las salas no estaban climatizadas. La ampliación de Moneo no estaba planteada todavía. Se hablaba entonces de ampliar el Museo a través del edificio del Museo Thyssen. En resumen, muy diferente de lo que es hoy en día.
Accede al Museo como vigilante de sala, aunque desarrolla la mayor parte de su trabajo dentro de la Brigada del Museo.
Entrevista realizada el 18 de junio de 2018