En el Museo del Prado existía un Montepío, una especie de asociación benéfica, como si fuera una acción social. Hubo una condesa o una marquesa, no recuerdo exactamente, que donó un dinero a fondo perdido para que todos los años se diera una comida a los trabajadores del Museo. Y esa comida se vino dando hasta el año 1970 o 1971 y en donde, por cierto, se regalaban unos ceniceros con el emblema del Museo del Prado; de los cuales conservo uno en casa porque mi madre sí llegó a conocer esas comidas. Y de ahí creo que apareció ese Montepío, como se le llamaba, con una pequeña cuota que debía percibir del Estado seguramente. Aunque yo no llegué a formar parte de ella. Y aquel personal de entonces sí que participaba, hacían acciones sociales, lotería, entregaban una pequeña cuota a la hora de jubilarse. Pero eso solo llegó a los más antiguos; yo no llegué a formar parte de aquello.
Comienza trabajando en el Museo como ascensorista, y desde 1988 ejerce de electricista.
Entrevista realizada el 28 de noviembre de 2017