Es un cambio importante pasar de vigilante a la carpintería, pues para nosotros -y esto es algo que yo siempre exponía y decía en cualquier reunión que había- el sacrificado es el vigilante. El trabajo de nosotros era el mantenimiento. Si había que cortar algún marco, pues cortabas el marco de alguna puerta que había que arreglar. En fin, todo lo que fuese de mantenimiento de la madera del Museo. De Pedro Álvarez tengo buen recuerdo, en el sentido de que era un hombre que no se metía, a no ser que el trabajo lo hicieras mal. El hombre entendía que sabías trabajar y dejaba que lo hicieras a tu parecer, a tu gusto. Y no era un hombre que acosara, para nada. Ni a mí ni a miscompañeros de mantenimiento, que era lo que llevaba él.
Entra a trabajar en el Museo como ascensorista, pasando después a vigilante y finalmente, desde 1997, trabaja como carpintero del Museo, que es su verdadera profesión.
Entrevista realizada el 19 de diciembre de 2017