Es la que más me llamó la atención el día que entré en el Museo y siempre que la miro, la miro con otros ojos. No lo sé. Tiene una luz y quizás una manera de pintar la composición, Claudio de Lorena, que desde que la vi siempre me llamó la atención y es una obra que veo completamente diferente a las demás. No sé decir por qué, pero es así. Otras que las tienes muy marcadas como emblemáticas, como Las meninas por ejemplo, y luego otras que por las circunstancias que hayan sido, sabes que esa obra requiere un especial cuidado, porque pesa mucho, porque es muy delicada, porque en cierto momento te trae un recuerdo personal. Evidentemente algunas te hacen pensar “¿cuántas veces he podido mover esta obra?”. Muchas veces lo he pensado : “¿cuántas veces en 30 años? ¿cuántas veces hemos movido el Museo?".
Accede al Museo como vigilante de sala, aunque desarrolla la mayor parte de su trabajo dentro de la Brigada del Museo.
Entrevista realizada el 18 de junio de 2018